~Capítulo 22

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~Capítulo 22

El día antes de la “cita” entre Pablo y Marian, tenían que exponer su trabajo de investigación sobre la Crisis. Después de todo, no se habían sobrevivido a no acabar matándose entre ellos al hacer el trabajo y habían podido compenetrar a la hora de exponer el trabajo.

Nada más salir de hacer la exposición y haber respondido algunas preguntas por parte del profesorado, salieron aliviados de haberse quitado un buen peso de encima.

-¡Por fin! ¡Libres!-chillo Marian contenta.

Pablo soltó una leve carcajada.-Ya te vas a poder librar de mí, eh.

-Si, por fin no tendré a nadie gorrón que se coma mi comida y que no pare de enfadarme.-

-Ala, hieres mis sentimientos.-dijo fingiendo dolor.-Pero eso no va a cambiar.-el chico paso los brazos por la cintura de ella, aproximándole hacia su cuerpo.

-¿A no? ¿Y por qué?

-Porque no te vas a librar tan rápido de mi.-le susurró Pablo poniendo su frente junto con la de ella.

-De verdad, Pablo, no te va esa faceta tuya.-le dijo Marian sonriéndole.

-Pues con esta faceta vuelvo locas a todas.-Pablo desvió la mirada de los ojos de la rubia hacia sus labios, poniendo a esta algo nerviosa.

-Vale, ya volvió el Pablo de siempre, pensé que tendría que hacerte un exorcismo o algo así.

-¿Exorcismo? Veo que no te quedo muy claro que es.

-Sí que lo sé, idiota.-Marian puso las manos sobre los brazos de Pablo y se aproximó provocativamente a sus labios, Pablo cerró los ojos esperando el contacto de ellos pero, no lo recibió. La chica le empujo riéndose y empezando a andar.-Serás baboso.

-¿Yo? Eres tu quien provoca y después no das.

-Pues te aguantas.

-Ven, niña tonta.-le volvió a coger con sus fuertes brazos, evitando que escapara y le beso como tantas ganas tenia de hacerlo des de esa mañana.

Esta vez, el beso fue mucho más lento, las bocas se movían sincronizadas y por un momento, había sentimiento en ese beso, no solamente impulso y atracción.

Se separaron poco a poco y como si no hubiera pasado nada, empezaron andar saliendo de la facultad y yendo tranquilamente por las calles de Barcelona, juntos y sin prisas.

Llegaron a una pequeña heladería y sin preguntar, Marian cogió de la mano a Pablo y le arrastro hasta dentro del lugar.

-Quiero un helado, Pablo.-le expresó Marian como si de una niña pequeña fuera.

-Pues cómpratelo.-le respondió este, encogiéndose de hombros.

Nada fácilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora