Peculiar creature

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Criatura peculiar






No sabía que harían lo demonios en su tiempo libre, pero él acostumbraba a bajar a la Tierra y sobre todo ver a su humano favorito. Ahora que no podía salir de ahí, ¿qué haría?

Pasó el rato viendo a la nada, pensado y viendo su nueva "habitación". Era un cuarto normal, como el de los cuartos humanos, sólo que no había mucho mobiliario, sólo una cama y un ropero. Todo de madera y antiguo. Había otro cuarto, el cual resultó ser una regadera. Al menos cuidaban su higiene.

Pasaron unos minutos más y alguien entró al cuarto después de tocar muy poco, casi nada. Era el mismo demonio de ayer. Este le dio una mirada de cansancio.

—No pensé que los ángeles anduviera por ahí con la misma ropa, pero bueno, a lo que venía. Acompáñame —

Castiel lo volvió a seguir, aunque no quisiera seguir órdenes de un demonio cualquiera. Caminaron y llegaron una sala pequeña llena de rollos de papel.

—¿Qué es esto?

—Es la sala donde se guardan los contratos de las almas. Tu trabajo será revisar los contratos, organizarlos y ver cuáles están por vencer. Cosas de secretariado —

El demonio hizo un ademán de restarle importancia y se retiró.
Vió la pila de papeles viejos y suspiró, al menos su trabajo no era tan malo. Comenzó por leer algunos y decidió organizarlos analfabeticámente y dentro de estos por fechas de terminado, quedando así adelante el que estuviera más cerca de terminar. Vió que muchos terminarían mañana, otros al siguiente día, aunque no estaba seguro si era mañana ya que ahí no había un tiempo exacto como en la Tierra.

Se tomó muy enserio lo de su nuevo trabajo que no notó cuando alguien lo veía desde afuera. Era el mismo diablo quien lo observaba fijamente con curiosidad. No tenía mucha compañía ahí, estaban los demonios que lo veneraban y obedecían, pero no era lo que quería. Tal vez nunca lo admitiera pero dentro de su ser él extrañaba a sus hermanos, a los ángeles.

Dio la vuelta y siguió con sus actividades. Castiel dejó los papeles después de un tiempo y se preguntó si haría eso sin descanso, entonces entró Crowley con respuestas.

—Yo vendré cuando sea hora de tu descanso, tal vez seamos el infierno pero no es una completa dictadura aquí abajo. Sólo recuerda que los descansos no son tan largos, debes volver al trabajo —

El ángel se tomó ese tiempo para curiosear por ahí, pasó de largo por donde se quedaba y siguió caminando. Las paredes no tenían algo interesante, sólo eran paredes de ladrillo con antorchas y colores oscuros. Igual siguió caminando hasta que llegó a una puerta diferente a las otras. Tal vez no debió abrirla pero la curiosidad era más grande. La abrió y miró con interés lo que había dentro.

Era una sala grande con artefactos extraños, y hasta podría decir que divinos. Se parecían a los del cielo pero esos jamás los había visto. Se acercó a un trocito de madera y lo iba a tocar cuando una voz lo detuvo.

—La curiosidad mató al gato, Castiel.

Volteó rápido y vió a Lucifer con pose dominante frente a él.

—Lo siento, sólo quería ver —

No quería bajar la mirada pero la sola presencia del diablo frente a él lo ponían ansioso. Lucifer se acercó y cruzó sus brazos por detrás mientras daba vueltas a su alrededor.

—Que criatura peculiar eres —

Se acercó a su rostro y lo levantó desde su barbilla. Lo examinó mientras Castiel no apartaba su vista de sus ojos. Eran verdes brillantes, casi podías olvidar que era el ser más temido de la creación después de Dios. Sin darse cuenta se quedaron viendo unos minutos más hasta que Lucifer quitó su mano y Castiel reaccionó dando un paso atrás.

Viviendo con el diablo ✡ LustielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora