CAPITULO III Snowflake

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Viktor apartó la mirada, no le apetecía escuchar nada más. Era suficiente. No estaba interesado en involucrarse con esos dos y los problemas pre-maritales que implicaban.

~Ojalá no hubiese venido hoy, sacaría a pasear a Makkachin, jugaría con el... Ojalá no lo hubiese conocido.

-Oh, ya veo... Les deseo lo mejor como pareja. Si me disculpan, tengo que prepararme, pronto habrá más ruido. - masculló Viktor en su tono aburrido habitual. Restándole importancia y dando media vuelta

-Viktor...Ah, esto...-dijo desesperado el japonés, no quería que el ruso se fuera

Viktor se volvió. -Es mejor que te prepares, pronto vendrá Yakov.-

Dicho ésto, se alejó con paso rápido hacia el otro lado de la pista de hielo en dirección a los vestidores; no volteó atrás. Lo había aceptado así, sin más, estaba bien. Y tampoco era posible que aquél chico de semblante risueño fuese a cambiar algo en su monótona vida.

O al menos eso quería creer.

Se sentó en uno de los asientos dentro de los vestidores, pronto sería hora de que llegaran los demás

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Se sentó en uno de los asientos dentro de los vestidores, pronto sería hora de que llegaran los demás. Ya que gracias a su inesperado encuentro con Yuuri; era algo más tarde a comparación de la hora a la que había ingresado. Debía calentar.

Estaría listo para cuando Yakov entrase por la puerta. Yurio, Mila y los demás tampoco tardarían en llegar.

~Es cierto, Mila... Ella dijo que debía venir hoy. Tal vez esperaba que me encontrase con él... No, tal vez... No, Mila sabía que me encontraría con él, pero ¿Por qué yo? ¿Qué tratan de hacer?~ Viktor creía fervientemente en que era algo planeado, las cosas como esas no suelen suceder por mera casualidad.

Viktor recordó aquella coreografía, ¿Cómo era posible que aquél chico no fuese famoso ya? Era completamente diferente de cualquier patinador. Sintió nostalgia y añoranza ¿Por qué? No lo sabía.

Yuuri era alguien que encontrabas una vez en la vida. Algo tan vivo, tan real y a la vez un sueño. ¿Era posible algo así?

Aunque a pesar de todo, ese baile aún no era completamente de él. Tenía su esencia, era cierto, pero los colores de aquél patinaje no eran sólo de una persona, había alguien más... Lo había visto en algún momento, sin embargo, cuánto más Viktor intentaba recordar a quién pertenecían esos movimientos, se veía aún más imposible de recordar; como si su mismo subconsciente lo bloqueara.

Optó por dejarlo de lado; aquello no parecía llevarlo a ningún lado. Era como estar vagando a la deriva. Desde hacía tiempo que no podía tolerar la incertidumbre.

Lluvia y SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora