CAPÍTULO XII Recuerdos I

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Mila y Yuri aguardaban el taxi fuera del edificio de patinaje; las nubes comenzaban a tornarse amenazadoras, en cualquier momento caería una tormenta sobre sus cabezas.

—¿Recuerdas cómo fue la primera vez? —dijo repentinamente Yuri, rompiendo el silencio que se había instalado entre ellos.

—¿Sobre qué? —preguntó confundida Mila.

—La primera vez que nos enfrentamos a él cuando ya sabes... —insinuó Yuri. No quería decirlo en voz alta, por temor a desatar en Viktor una oleada de emociones no del todo agradables.

—Ah, eso —recordó con una media sonrisa—. Nos asustamos muchísimo, no lo creíamos posible. Lo recuerdo, también te enfadaste esa vez, Yuri.

Hacía tan solo 2 años atrás que ellos habían descubierto la debilidad de Viktor, desde entonces, se habían vuelto mucho más cercanos.

Ahora los tres solían tratarse con mutua confianza, no existían barreras entre ellos; una amistad agradable con lazos de cariño bastante fuertes.

—¡Cállate, Mila! Eso fue antes...

—Eso dices ahora; sin embargo no has cambiado nada. Sigues siendo una persona bastante inmadura. Bueno, ¡qué se podría esperar de un adolescente! —se burló.

—¡¿Ahhh?! ¿A quién llamas inmaduro, bruja? —dijo arqueando una ceja.

El cielo seguía cerniéndose sobre la ciudad, amenazante. El eco de un trueno en la lejanía se dejó escuchar por el lugar, impidiendo así que continuasen con su infantil discusión.

Finas gotas de lluvia comenzaron a caer desde la negrura del cielo, no debían ser más de las diez de la mañana, el día apenas comenzaba y de un momento a otro, éste inexorablemente se tornaba lluvioso.

—Mierda —Yuri se encontraba cada vez más nervioso con cada gota que emanaba de las nubes—, Viktor se pondrá peor si llueve; será mejor que llegue el taxi de una maldita vez.

Y como si su deseo expresado en voz alta hubiese sido escuchado por un desconocido dios omnipotente, pronto un vehículo se detuvo frente a ellos.

Una vez sentados sobre los acogedores asientos de cuero del taxi observaron la lluvia caer.

Viktor sentía su cuerpo pesado, no podía mover un sólo músculo sin que le doliese el alma; odiaba ser tan débil para no ser capaz de hacerle frente a su dolor. Odiaba no ser capaz de patinar; patético.

Momentos como esos sin duda sucederían de un momento a otro, Viktor no podría predecirlos y una vez más acabaría encontrándose a sí mismo rememorando épocas menos monótonas.

Siempre se culpó a sí mismo por su personalidad alegre y aparentemente bondadosa, mientras que en el fondo era todo lo contrario, un ser egoísta que solía manipular a las personas en base a sus caprichos; o al menos eso le habían dicho.

Alguien incapaz de hacer algo por los demás no debía de existir...

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⏰ Última actualización: Jan 01, 2018 ⏰

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