CAPÍTULO V Destino

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Era imposible olvidar ojos como esos...

Ambos apartaron la vista rápidamente, el japonés algo sonrojado y el ruso con un poco de consternación.

-Quiero que todos trabajen bien y convivan correctamente. Espero grandes cosas de cada uno de ustedes. Mañana a primera hora los quiero preparados para su primer día de entrenamiento, comenzaremos la práctica. Quiero evaluar sus habilidades individuales- indicó Yakov con decisión- Por ahora, necesito hablar con ustedes: Yuri, Vitya y Mila. Los demás, pueden esperar en la entrada.

Dicho esto, el hombre mayor se dirigió hacia su oficina. Los patinadores que habían sido nombrados intercambiaron miradas para después seguirlo.

Viktor quería voltear hacia atrás, volver a toparse con esa mirada cálida del japonés. Sin embargo desistió de la idea, ya que no quería que sus pensamientos volviesen a ser dispersados por él. No una vez más.

No quería volverse vulnerable ante una persona que apenas conocía, pero si seguía así, probablemente ese ser pelinegro descubriría su corazón.

Ellos sabían el motivo de que Yakov los hubiese llamado. Lo que no sabían -y que descubrirían unos cuantos recuerdos más tarde- era cuánto afectaría en sus vidas lo que les diría a continuación el viejo.

Desde hace muchas lunas que Viktor había perdido todo sueño en su vida

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Desde hace muchas lunas que Viktor había perdido todo sueño en su vida. Lo que más amó, se esfumó en un torrente de burbujas hacia el cielo.

Cerró su corazón a la felicidad verdadera y se cubrió su rostro con una máscara de indiferencia. Nadie sería capaz de darse cuenta de aquella farsa, él actuaba natural y con felicidad. A los ojos de los demás, Viktor Nikiforov era un regalo de los dioses, un prodigio, un ser perfecto.

Viktor lo había creído así... Todos lo habían creído así... Que él era alguien siempre alegre y optimista. Que debía ser así.

Pero estaba vacío...

Él sobrevivía más que vivir. Cualquier momento de felicidad verdader se había quedado bajo tierra y sueños.

Todo lo que le quedaba era el patinaje. Aunque también la vida le arrebató cruelmente ese haz de luz.

(...)

-Vitya... Papá llegó a casa. ¿Qué has hecho hoy? Espero que ninguna travesura, no hagas enojar a mamá- le decía su padre con una sonrisa.

-Mmmmhh!! ¡He jugado mucho! Y sabes, ¡hoy mi mamá me enseñó una canción nueva!¡Desde hoy es mi favorita!- decía el pequeño Viktor con entusiasmo.

-Ohh, ¿en serio? Es fantástico. Veo que hoy te fue muy bien. Eso me alegra. ¿Sabes dónde está tu mamá y tu hermana?- preguntó su padre.

Lluvia y SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora