Al volver a Múnich, salí en varias ocasiones con Bastian; a cenar, al cine, por un café, a ver los partidos del equipo de básquetbol y cuando él jugaba yo siempre iba a verlo. También ya había entrado a la universidad, era igual que todas las historias; había ciertas personas que sabían que era amiga de Bastian Schweinsteiger, pero me daba igual, la verdad. Estaría en la misma universidad que Katy, Erik y Christian. Ya estaba en el nivel avanzado de alemán, Bastian me ayudaba muchísimo; cuando salíamos hablábamos alemán. Tenía más cargo en el centro de beneficencia. Mis padres adoraban a Bastian, de vez en cuando iban mis padres a visitarme él hacía un esfuerzo para hablar español, tuvo tiempo de convivir con mi familia la vez que vinieron a mi graduación.
Uno de los nuevos fichajes de ese entonces fue Mitchell Weiser. Coincidimos en la fiesta de bienvenida de la universidad, me empezó a tirar la onda (coquetear) pero David Alaba, que estaba conmigo en la fiesta, le dijo que ni se atreviera si no tendría problemas con uno de los futbolistas más grandes del mundo, fue entonces cuando me ofreció su amistad y me pidió disculpas.
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2 septiembre 2012
El Bayern goleó al Stuttgart 6 por 1. Bastian pudo marcar un gol y cuando lo hizo besó su palma y me lanzó el beso. Esa vez abrí los ojos en exageración, no supe que hacer, es más; no sabía si era para mí o para alguien más.
