7. Absurda situación

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16 de mayo, 2015.


El resultado:

¿Debería comenzar?

Hay tantas cosas que quiero revelar.

Estoy intrigada por entender lo que siento; deseando obtener una respuesta de tu parte.

Mi corazón me recomienda quedarme y la razón me obliga a dejarte; pero mi principal idea es encontrarte, entonces ¿a quién reconozco como voz de razón?

Tus palabras son como endulzante para la vida.

Me enloquece la manera en cómo me describes. Me fascina el simple hecho de ser amada tan profundamente; sin embargo, me cuestiono, ¿acaso esto es una locura? ¿es buena idea querer encontrarte? ¿de qué me servirá saber quién eres?

Es difícil dar una respuesta a las preguntas cuando el deseo de verte me aborda.

No puedo entender por qué mi corazón late con tanta facilidad cuando te leo y me permito disfrutar de la calidez de tus palabras.

Es absurdo; no puedo aceptarlo.

No deseo darles importancia a tus cartas, pero lo hago; caigo ante tus palabras cada día.

Quiero detener esta absurda situación.

Deseo entenderme y detenerme.

Quiero entender por qué mis manos tiemblan mientras te escribo, por qué me importa tanto encontrarte  para dejar de imaginarte.

Estamos en apuros, chico sin nombre; atados a imaginarnos sin un resultado prudente.

Entonces me pregunto: ¿continuaremos o nos detendremos?

¿Me darás una respuesta honesta?

¿Me permitirás encontrarte y charlar?

Por favor, no vayas a escapar...



Secó su cabello con una toalla mientras ingresaba a la habitación. Luego de una larga charla de dos horas con Daniel por fin logró tomar una ducha, fue gratificante escucharlo emocionado por su nueva escuela, compañeros y maestros. Saber que estaba gozando de un nuevo espacio y nuevas personas en su vida logró calmar la preocupación que yacía alojada en su pecho.

—¿Te agradan tus compañeros? — cuestionó.

—Sí, me gustan — respondió el niño sin dejar de corretear y mover el celular de un lado — También me gustan mis maestros — soltó él dejándose caer sin cuidado en el sofá. Jayden sonrió, el pequeño sujetaba su celular con las dos manos, elevándolo para que su rostro se enfocara mejor.

—¿Seguro? — fue imposible no cuestionarle una vez más, quería estar y sentirse seguro de que todo marchaba bien.

—Sí, Jay, todo está bien — respondió sonriente —, nadie me pega, todos son buenos, también compartimos nuestra merienda.

Sonrió, — Eso es genial, campeón.

—¡Lo es! — chilló el pequeño — Me gusta aquí, pero también extraño estar contigo en el parque.

—Vendrás en vacaciones y nos divertiremos bastante, no te preocupes — sonrió, por otro lado, Daniel asintió emocionado — No dudes en decirme si algo anda mal, ¿está bien?

|Lo que mi alma te escribe| BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora