11. Calidez II

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El ritmo de sus latidos aumentaba con cada pequeña mirada o sonrisa.

Perdido en la calidez de sus manos entrelazadas y la dulce melodía de su voz caminaron de regreso a casa. Escucharla hablar de aquello que le encantaba y disgustaba era fascinante, amaba verla arrugar las cejas cuando expresaba disgusto; cuando soltó su mano y caminó sin mirar hacia atrás mientras parloteaba sobre su altura perfecta, alagando su sonrisa y carisma no podía evitar sonreír sin quitarle la mirada de encima. Cuando giró su cuerpo y abrió los brazos para sentir la calidez de la brisa se detuvo, le fascinaba la idea de verla libre y sonriente, de alguna forma logró encontrar la paz que necesitaba al lado de su esencia.

—¿Sabes qué otra cosa me fascina? — se giró ella tratando de apartar el cabello de su rostro. Jayden terminó la distancia entre ambos, frente a frente se permitió contemplar aquel perfecto rostro lleno de luz.

—¿Qué es?

La brisa — ambos sonrieron —, me encanta sentirme abrazada por ella, es una sensación que llena de calidez mi pecho.

Jayden apartó un pequeño mechón que amenazaba por tocar sus labios, — Comparto ese pensamiento.

Cuando llegaron a casa su madre se mostró más que fascinada por la presencia de la chica, emocionada tomó su mano y tiró de su cuerpo para darle un abrazo, luego, la invitó a disfrutar mientras esperaban por la comida.

Alexia sonrió encantada con la presencia de la mujer antes de girar su cuerpo y acercarse a su acompañante sentado en el sofá. Jayden se mostraba pensativo, tecleaba en el celular con prisa sin dejar de mover su pierna, como si estuviese esperando una respuesta, ansioso por saber de ella.

—¿Todo bien? — cuestionó acercándose. Jayden bloqueó el celular antes de observarla, entonces, asintió acariciando su mentón — Pareces desesperado.

Lo estoy — admitió revelando una pequeña sonrisa.

Alexia tomó asiento a su lado, ubicando su mano en su hombro, murmuró:

— ¿Es por tus padres y hermana? — Jayden parpadeó sin dejar de mirarla. Ante su expresión Alexia se apresuró a decir sintiéndose avergonzada — Lo siento, no debí preguntarte, es atrevido de mi parte-

—No es nada — sonrió al verla desesperada —, y sí, es por eso — mintió — No he sabido nada de ella desde ese día.

—Lo siento... — añadió sintiéndose avergonzada, Jayden negó — Y también lamento haber hablado tanto mientras...

—Me encantó escucharte — le interrumpió mostrándose sereno.

—Claro.

Amé escucharte hablar de tus gustos.

—Sí, pero...

—No hay peros — le interrumpió una vez más. Alexia liberó una carcajada ubicando su codo en el borde del sofá, mientras tanto, Jayden se limitó a sonreír, aunque sus mejillas doliesen.

—Estás mintiendo.

—No lo hago, tu voz fue melodía para mis oídos — arrepentido por aquello que salió de su boca al ver su expresión de sorpresa, carraspeó y se alejó un poco — Lo siento, yo-

—Eso fue lindo — admitió ella en un susurro, cuando Jayden volcó su mirada para observarla notó sus mejillas sonrojadas, fue imposible no sonreír — Mis mejillas están del color de un tomate, ¿no es así?

Qué adorable.

Alexia terminó por reír acariciando sus mejillas, suspiró tratando de calmar sus nervios y lo miró, — Gracias, Jay.

|Lo que mi alma te escribe| BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora