23. Lo acepto, estoy loco por ti.

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16 de junio, 2015.

Había pasado un tiempo desde que tuvo su cuerpo tan cerca del suyo. Despertar a su lado por las mañanas era algo muy poco común, pero podría acostumbrarse a apreciar su sonrisa adormilada y a escuchar sus quejidos mañaneros.

No había nada más enriquecedor que verla sonreír al encontrarse con su mirada. Jamás se cansaría de admirarla.

Entre mimos, la calidez de sus brazos se llevó consigo toda preocupación o duda. Acariciando su cabello comprendió que no había otro lugar en donde quisiera estar. Cada pequeña caricia, sonrisa o mirada la hacía sentir completa, su presencia era lo que más deseaba, anhelaba el hecho de acariciar sus labios, sentir su amor con un simple toque y sonreír gracias a su brillante mirada.

No deseaba nada más que ello.

Su mano recorrió la silueta de su rostro, sonriente sintió su mano escabullirse por su espalda antes de besar sus labios y escucharlo reír.

—Buenos días, bonita... — besó sus labios antes de obtener una respuesta.

—Buenos días — acarició su mejilla — ¿dormiste bien?

— Perfectamente.

Sonrió ante su respuesta, Klein copió su acto antes de volver a tomar sus labios en su beso que subió la temperatura; pero el espectáculo que apenas comenzaba fue interrumpido por el sonido de su celular.

Con cuidado, y sin salir de la calidez de sus brazos, atendió la llamada de su mejor amiga.

—Necesito hablar contigo de inmediato — ordenó la pelirroja a modo de buenos días.

—¿Está todo bien? — incorporó su cuerpo, con cuidado su novio siguió sus acciones decidido a no dejar el pequeño juego hasta allí.

—Lo está, pero tengo que mostrarte algo importante — Klein dejó un pequeño beso en su cuello arrebatándole una sonrisa — ¿Tienes tiempo?

—Sí, ¿en dónde nos vemos? — se apartó de sus caricias con la intención de escapar, pero sus brazos rodearon su cintura dispuestos a no dejarla ir.

—Estoy fuera en cinco minutos — estuvo a punto de responder cuando terminó la llamada.

Trató de alejarse una vez más, pero Klein atrapó su cuerpo en un abrazo que la llevó a la cama sin dificultad alguna.

Sonrió.

—Debemos ir al supermercado — le recordó tanteando su brazo — No tenemos tiempo.

—Tenemos todo el tiempo del mundo — oh, claro que lo tenían.

Dicho lo anterior, no protestó en ceder a sus caricias.

Entre besos, abrazos y palabras dulce perdieron la noción del tiempo. Sus besos eran como una tarta dulce que luego te hacía sentir sediento, deseoso por un poco más; su toque era tan ardiente como el sol de verano y su mirada tan atractiva como una puesta del sol, tan brillante como millones de estrellas en el cielo.

Había tardado tanto tiempo en reconocer cuan cautivada se encontraba por su esencia. No quería perderlo, egoístamente quería ser la única en su mente aun cuando traicionó su confianza.

Y sí, debía ser sincera lo antes posible, se había prometido a sí misma contarle todo; pero por ahora, solo quería disfrutar de tenerlo cerca. No había otra cosa que deseara con tantas ganas, las ansias de poder disfrutarlo sin miedo y remordimientos.

|Lo que mi alma te escribe| BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora