17. Solo dame un recuerdo

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Junio 03, 2015.

¿Podrás detenerte ahora que trato de encontrarte?

Esa fue tu pregunta hace una semana.

Me encantaría decir que me quedaré hasta el final sin importar las consecuencias, pero no podré hacerlo. Creo que tienes idea de lo loca que es esta situación; cada día me pregunto cómo puedo dejar de tenerte presente, y sin importar lo que haga, vuelves a mi como si se tratara de cada suspiro del día.

No tengo ninguna duda: estoy completamente enamorado de ti, pero sé que todo este sentimiento quedará en el pasado en cuanto pare con todo esto.

Es aterrador que tengas mi corazón en tus manos, pero es más aterrador saber que, aunque sé como terminará esto, tiraré a la basura los dos primeros párrafos para verte.

Así que, dime, bonita:

¿Qué tan agradable es la vista del sol ocultándose en aquel gran parque?



¿Acaso lo había logrado?

¿Era aquella ultima línea una invitación a conocerlo?

¿Quería jugar?

Acarició su mejilla en busca de una idea coherente.

No quería conformarse solamente con sus cartas, quería tenerlo frente a frente, agradecerse, entablar una conversación y tal vez crear una conexión amigable.

¿Podría lograrlo?

—¿Crees que es una invitación? — cuestionó su amiga acomodando su cabello sin apartar la mirada del espejo.

—No lo sé, ¿tal vez? — suspiró tirando un poco de su cabello.

Aunque aceptó que estaba dispuesta a conocerla creía que, de alguna forma, no cederían tan rápido a un significativo encuentro entre ambos. Comenzaba a imaginar tantas cosas con cada carta y cada palabra en aquel papel; no sería tan fácil encontrarlo, pero lo lograría.

—Primero debemos averiguar de cuál parque habla — peinó su cabello luego de jugar con él a causa de los nervios — ¿Cuántos parques hay cerca de casa?

—Solo dos.

—Gran parque... — sonrió mostrándose convencida de su idea. Autumn comprendió su idea con tan solo aquellas dos palabras, entonces, la apuntó con su dedo — Ambas sabemos cuál es el gran parque.

—¿Crees que estará ahí?

¿Tal vez...? — tomó la carta leyendo su contenido una vez más.

Sin cansarse, aceptó de nuevo cuan hermosa era su letra, podía pasarse horas observándola y leyendo las cartas, recordando cada palabra y reviviendo cada latido generado por la calidez de las mismas.

Sonrió acariciando el puente de su nariz y se dirigió a su amiga

— ¿Sabes? Una parte de mi quiere soltar toda esta situación, pero la otra parte no está convencida — no quería admitirlo en voz alta, pero tal vez comenzaba a perder control de sus emociones — Hay algo en esta situación que me impide soltarlo.

—¿Terquedad tal vez? — se burló la pelirroja acercándose.

Alexia era una persona testaruda, en algunas ocasiones alababa su actitud, había logrado muchas cosas con ello. Su convicción hacia la vida y decisiones le había permitido ser una persona difícil de distraer; convencerla de algo que estuviera fuera de sus ideales y pensamientos se convertía en una completa travesía, pero no había nada más satisfactorio que verla sentirse orgullosa del resultado obtenido.

|Lo que mi alma te escribe| BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora