Epilogo

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Cuatro años después...

Una llamada puede hacer que dejes de hacer todo lo que estás haciendo y tengas que viajar. Papá y yo seguimos teniendo una de las mejores comunicaciones del mundo a pesar de que yo tengo veinte años y voy tranquilamente a la universidad junto a Jax, en la misma ciudad, pero ambos preferimos ir a la residencia de la universidad y dejar que papá y Amelie hicieran su vida junto a Kian a quien papá quiere como si fuera un hijo.

La relación de papá y Amelie ha ido viento en popa a lo largo de los años y sé que se aman mucho. Nunca había visto tan feliz a papá como lo es ahora con Amelie. Ha hecho una nueva familia, pero eso no significa que yo no esté en ella porque todos nos llevamos bien. Con Jax siempre vamos a visitarlos y pasamos las festividades juntos. Somos una gran familia extraña, pero me gusta que sea así.

Es mi familia extraña y la amo con todo mi corazón.

Estaba en mi clase de economía cuando papá me llamó. Él nunca me llama cuando estoy en clases así que supe de inmediato que algo no iba bien.

Papá me contó todo con lujo de detalles y luego le mandé un mensaje a Jax para que saliera de clases junto a mí. Ahora estamos todos en la mini van de papá en silencio. Amelie y papá van en la parte delantera de la mini van y se toman de las manos cada vez que nos toca un semáforo en roja. La mini van tiene dos corridas más de asientos y en la última estamos Jax y yo tomados de la mano en todo momento. En la corrida delante de nosotros va Kian que ya tiene siete años y en una silla para bebés, está Keith mi pequeño hermanito de un año y siete meses. 

Me inclino hacia adelante y miro a Keith que se encuentra durmiendo tranquilamente en su silla de bebé, pero sé que no va a durar mucho así porque no es un bebé dormilón. Todavía recuerdo cuando papá me dio la noticia de que iba a ser papá de nuevo y que yo, una niña de casi diecinueve años en ese momento, iba a tener un hermanito.

Keith se parece mucho a papá. Tiene el cabello medio rubio y sus ojos azules, pero tiene la actitud tranquila y pacífica de Amelie, como también sus labios y sus mejillas regordetas. 

Y ahora, a mis veinte años, voy a ser hermana de nuevo porque Amelie está embarazada de nuevo. Mi tía Mia le gusta bromear con mi papá diciendo que tiene un gran poder para hacer hijos y que solo tenía que dejarlo fluir. Amelie tiene cinco meses y medio de embarazo y ya sabemos que va a ser una niña quien Jax y yo dimos la idea de llamarla Kaya y a Amelie le encantó tanto que así se va a llamar... la pequeña Kaya.

Miro a papá y puedo ver lo feliz que es. Estamos en un atasco en la carretera después de un par de horas de viaje y él acaricia el estómago de Amelie donde descansa tranquilamente Kaya.

-Ellos son muy felices- me dice Jax al oído y yo le sonrío- Casi quiero abrazar a tu papá y darle gracias por hacer tan feliz a mi hermana.

-Eres muy adorable- le digo y él rueda sus ojos.

Miro a los ojos a mi novio y él me sonríe. Creo que jamás me voy a aburrir de mirar esos ojos azules que son tan hermosos y que me enamoraron de la manera en la que lo he estado estos últimos cuatro años y medio... quizá cinco. No soy muy buena sacando la cuenta.

Ahora es Jax quien se inclina hacia adelante para ver como Keith duerme y lo veo sonreír de una manera extraña.

-¿Te gustaría tener uno así para nosotros algún día?- me pregunta Jax y yo solo suspiro.

-Creo que me gustaría- respondo riendo.

-Y espero no ser abuelo hasta que ambos se gradúen, tengan un título y un trabajo estable- dice papá haciéndonos reír a todos, incluso a Amelie y a Kian.

El día en que nos conocimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora