El señor Miyuki se paró justo al frente de aquél individuo amarrado. Tenía el cabello bien peinado, su smoking puesto sobre su hombro, su camisa blanca perfectamente cuidada y una block en su mano derecha. Su mirada era siniestra y confiada, y su porte era de todo un rey yakuza al quien habían hecho enojar. El chico tembló de miedo, pero sus lágrimas o la sangre que estaba derramando por las recientes torturas no movían nada en el pecho duro de aquél hombre. Chris observaba desde una esquina sonriendo, su ropa también cuidada y su cabello con esos dos mechones tan conocidos. Su rostro serio y fornido demostraba cuán entrenado estaba para soportar estas cosas. Ignoró el dolor en su espalda cuando vio al jefe dar un paso al frente. Este sonreía como si estuviera haciendo su cosa favorita.
—Señor Collins, usted está siendo acusado de fraude administrativo, falsificación de documentos y lavado de dinero.—otro paso más.—¿Acaso creyó que no me daría cuenta? ¿En mi propia empresa?—una risa bastante sarcástica y malévola salió de su garganta. Ese perfecto inglés con un toque de acento, infundía más terror en la víctima.—Pero no se preocupe, le prometo que mandaré su cuerpo a su querida esposa. ¡Oh! me enteré que está embarazada ¿no? Deseo hacerle una visita.—el hombre comenzó a moverse frenéticamente, pero la mordaza callaba sus gritos. Dos hombres más pasaban cuchillas afiladas por sus brazos y cuello, dejando ríos de sangre, más los dedos destrozados y las costillas movidas de sitio, el señor Miyuki sonrió una vez más.—Hasta luego, maldito traidor.—su mano apretó el arma y dos disparos hicieron eco en ese almacén. El cuerpo del individuo dejó de luchar, uno de sus hombres extendió la mano y el señor Miyuki le dio el arma. Su mirada cambió a una de fastidio al ver las gotas de sangre manchar su camisa.—¡Chris! Mi camisa, ahora—Chris se movió con dificultad, pero le dio la nueva camisa y recibió el saco.—¿Cómo va todo?—Chris le seguía el paso, mientras tecleaba rápidamente en su tableta.
—Ya esta casi listo, jefe. Hemos confirmado con Satoru y nos dio la información de las próximas actividades que Seido piensa hacer. Las revisé todas y la salida al bosque es la más viable. Más oscuridad, más oportunidades de interceptarlo sin que se den cuenta, o al menos nos facilitará el trabajo. Solo faltaría la manera de traerlo acá, pero ya tengo un jet apartado; el piloto será Shirasu y Aso partirá después. Ah, y por su puesto que me encargaré de callar a Ochidai cuando nos revele la dosis exacta del tranquilizante que usaremos.—Chris seguía leyendo rápidamente su informe.
—¿Algo más, Chris?—el mencionado bajó el rostro e hizo una reverencia.
—L-Lo traeremos de vuelta, jefe.—el señor Miyuki sonrió.
[***]
—¡Ah...! ¡Ten más cuidado, subnormal! ¡¿Qué te crées, imbécil?! ¡Eso duele!—Miyuki comenzó a reírse y Eijun solo pudo fulminarlo con la mirada y gruñir mientras alzaba su camisa. Ambos estaban en la habitación del mayor, quien le curaba las heridas hechas por aquél chico. Tenía más moretones que sangre, así que donde quiera que tocara, le producía un leve dolor que le hacía quejarse inmediatamente. Ya le había puesto algunos vendajes y algo de crema en los moretones más visibles.
—Me encanta que me insultes, eres tan adorab—Eijun pellizcó la piel de su brazo, ganándose un quejido y otra leve risa.
—¡No soy para nada adorable!—Miyuki se puso sobre el rápidamente, el cuerpo de Eijun cayo en la cama y el mayor besó su cuello con perversidad para luego subir lentamente hacia su oído.
—Pues para mi lo eres y mucho.
—¡Cállate! ¡Soy tu peor pesadilla! ¡Ni siquiera pareces preocupado por lo que me hizo ese bastardo!—Kazuya se separó un poco, viéndolo fijamente y dejando salir todo su enojo comprimido. Eijun tembló.
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𝓼𝓵𝓸𝔀𝓵𝔂 ; 𝓶𝓲𝔂𝓾𝓼𝓪𝔀𝓪
Non-Fiction𝙺𝚊𝚣𝚞𝚢𝚊 𝚎𝚜 𝚎𝚕 𝚝í𝚙𝚒𝚌𝚘 𝚌𝚑𝚒𝚌𝚘 𝚖𝚊𝚕𝚘 𝚍𝚎 𝚜𝚞 𝚎𝚜𝚌𝚞𝚎𝚕𝚊. 𝙻𝚞𝚎𝚐𝚘 𝚍𝚎 𝚜𝚎𝚛 𝚎𝚡𝚙𝚞𝚕𝚜𝚊𝚍𝚘 𝚍𝚎𝚕 𝚜𝚊𝚕ó𝚗, 𝚌𝚊𝚖𝚒𝚗𝚊𝚋𝚊 𝚝𝚛𝚊𝚗𝚚𝚞𝚒𝚕𝚊𝚖𝚎𝚗𝚝𝚎 𝚙𝚊𝚛𝚊 𝚕𝚊 𝚙𝚊𝚛𝚝𝚎 𝚝𝚛𝚊𝚜𝚎𝚛𝚊 𝚍𝚎𝚕 𝚙𝚕𝚊𝚗𝚝𝚎𝚕...