Miyuki entró al cuarto soltando las llaves y su celular en la redonda mesa que parecía estar más que fuera de contraste al lado de todas esas máquinas de hacer ejercicios. Sólo los fuertes golpes al saco retumbaban por todo el lugar; Sawamura golpeaba sin parar. Con cuidado se acercó a su novio, lo abrazó con fuerza de la cintura y enterró su rostro en su cabello. Sus brazos estaban un poco tensos, pero nada que unos cuantos besos por el cuello no arreglaran. Sus manos acariciaban con suavidad el abdomen desnudo del menor, mientras éste descansaba su cabeza en el hombro de Kazuya. Su pecho subía y bajaba con buena velocidad, su boca media abierta dejando al anhelado oxígeno entrar desesperadamente.
—Tranquilo, sólo respira.
Eijun le hizo caso y pronto ya estaba de frente al otro, mirándolo directo.
Ambos acercándose con miradas cómplices. Ambos labios encontrándose con necesidad.
Con apenas un roce, volvieron a mirarse y sólo entonces Kazuya vio el rostro de Sawamura un poco rosado y no era un sonrojo. Su ceño se frunció y antes de que pudiera preguntar, Eijun ya negaba.
—Sólo abrázame un poco más—su mirada era cálida, el cuatro ojos simplemente no pudo ni rechistar—. Luego hablamos de mi cara.
Recostados sobre varias de esas redondas y acolchonadas pelotas de béisbol, sólo se dedicaron a suaves y tiernas caricias, junto a dulces palabras susurradas. Eijun en el pecho del mayor jugando con las manos de otro.
—¿Ya me dirás...?
Eijun suspiró, sabiendo que debía decirlo de todos modos. No podía esconder el hecho de que estaba aterrado por lo que pudieran hacerle, aunque que Kazuya fuera su novio le brindaba un alivio tremendo.
Con cuidado se giró en su mismo lugar, volviendo a conectar sus ojos con los del mayor. Sus manos entrelazadas bajo su mentón, las de Miyuki por sus costados.
—Hoy, yo...bueno, trataron de hacerme daño.
La mirada de sorpresa y rabia no se hizo esperar.
—¿Quién mierda fue?
—No lo sé, fueron unos chicos del equipo.
—¿Del equipo?—Kazuya buscó rápidamente caras en su mente, porque esto definitivamente no se iba a quedar así, porque Sawamura era su mundo y nadie tenía derecho a dañarlo. Sus manos tomaron su rostro y le acarició levemente, bueno, Kazuya revisó a su novio por todos lados haciéndolo sonreír un poco—¿Estás bien?
—Tranquilo—soltó una pequeña risa—, estoy bien, de verdad. Tampoco soy tan débil, eh. Sé como defenderme.
Miyuki también suspiró y le abrazó rápidamente.
—Eso es obvio, pero—
—Pero lo que sé no es suficiente—el ciego ya sabía por donde iba la conversación y si era sincero, no le agradaba la idea para nada—. Entonces, quiero que me entrenes—Miyuki le miró fijamente—; necesito estar preparado para cualquier—
—Conmigo no necesitas eso—sus dedos lo tomaron del mentón—, para eso estoy. Yo te protegeré—Sawamura negó y se puso de pie; ambos lo hicieron. Kazuya era consciente de la situación en la que estaban y no podía odiarse más. Saber que por su culpa Eijun estaba en peligro constantemente le hacía sentir miserable y eso le hervía la sangre. Su preocupación era ésta: si le entrenaba de verdad, Sawamura jamás saldría de ese mundo, ese mundo podrido en el que él había crecido. Pero era una persona egoísta; no le dejaría ir, porque por él respiraba y seguía adelante.
—No siempre estás conmigo, Kazuya. Justo como hoy.
—Pero—
—No, es algo que no puedes evitar. Tu y yo sabemos porque debo hacer esto. Es seguro que volverá a pasar y quizá tengan suerte esta vez—bajó su mirada—; no me quiero separ de ti.
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𝓼𝓵𝓸𝔀𝓵𝔂 ; 𝓶𝓲𝔂𝓾𝓼𝓪𝔀𝓪
Non-Fiction𝙺𝚊𝚣𝚞𝚢𝚊 𝚎𝚜 𝚎𝚕 𝚝í𝚙𝚒𝚌𝚘 𝚌𝚑𝚒𝚌𝚘 𝚖𝚊𝚕𝚘 𝚍𝚎 𝚜𝚞 𝚎𝚜𝚌𝚞𝚎𝚕𝚊. 𝙻𝚞𝚎𝚐𝚘 𝚍𝚎 𝚜𝚎𝚛 𝚎𝚡𝚙𝚞𝚕𝚜𝚊𝚍𝚘 𝚍𝚎𝚕 𝚜𝚊𝚕ó𝚗, 𝚌𝚊𝚖𝚒𝚗𝚊𝚋𝚊 𝚝𝚛𝚊𝚗𝚚𝚞𝚒𝚕𝚊𝚖𝚎𝚗𝚝𝚎 𝚙𝚊𝚛𝚊 𝚕𝚊 𝚙𝚊𝚛𝚝𝚎 𝚝𝚛𝚊𝚜𝚎𝚛𝚊 𝚍𝚎𝚕 𝚙𝚕𝚊𝚗𝚝𝚎𝚕...