— No vayas — pero él no le hizo caso a su madre, partió lo más rápido que pudo en su corcel.
— ¿Que piensas que ocurrirá? — dijo el padre preocupado.
— Si ella no murió, ahora él la matará, esa mujer no tendrá tiempo de decir nada... — rió maligna.
El pobre animal llegó agotado, Wolf vio al aldeano fuera de la casa cortando leña, que con su esposa cuidaba de la curandera, pero en su estado el guerrero creyó que era el supuesto marido de Hena. Se acercó lentamente al hombre, sin bajar del caballo tiró el coral a los pies del otro.
— Dile a la mujerzuela que vive aquí, que nunca más se cruce en mi camino sino la mataré — dio vuelta su montura y se alejó lo más rápido que pudo.
El vecino quedó helado, por el aspecto y la forma como lo miró, pensó por un momento que lo destriparía, tomó el pequeño talismán y entró a la casa.
— Vino un tipo — le dijo el amigo y lo describió — parecía un loco, su mirada me dio mucho miedo, tiró esto al suelo y dijo "Dile a la mujerzuela que vive aquí, que nunca más se cruce en mi camino sino la mataré" ¿Él es el culpable de lo que te pasó?
Ella no entendía que ocurrió, se sentía todavía débil para moverse, dos semanas después pudo levantarse, pensó mucho en ese tiempo, decidió que debía ir a buscar a Wolf, sus amigos asustados no querían dejarla ir.
— No puedes viajar, todavía es complicada tu salud — le suplicó la mujer.
Hena hizo movimientos para indicarles que lo haría pasará lo que le pasará.
— No irás sola, te acompañare, tú te quedarás — le dijo el hombre a su esposa, aunque tenía miedo, era gracias a la curandera que se salvaron ambos de una epidemia, por eso sentía que se lo debía.
Lentamente caminaron por algunas semanas hasta llegar al lugar. Todos parecían tener miedo, no era como la vez que salvó a Wolf, ni siquiera la detuvieran al ver que buscaba la tienda del jefe, que era el único lugar donde había ruidos, risas, y voces de mujeres.
En la mirada de los hombres había una sentencia, esos dos van a morir, ese hombre está loco, sintieron que murmuraban. Quedó asombrada cuando entró, era una verdadera bacanal, mujeres por todos lados semi desnudas haciendo el amor con los guerreros, licor por todas partes, y su amado siendo acariciado lascivamente por una rubia y una pelirroja que no tenían ninguna prenda puesta.
De a poco todos la miraron y se fueron quedando callados, el último en darse cuenta de su presencia fue Wolf, quien, al verla con el hombre al lado, se levantó, dio un grito que remeció todo, tomó su espada y antes que nadie pudiera hacer nada la atravesó en el estómago.
Cuando cayó al suelo el hombre que la acompañaba estalló en un llanto nervioso, arrodillado le acomodó la cabeza en su regazo.
— Te dije que no vinieras, moriremos los dos, allá están los que te cortaron la lengua — apuntó a los padres del guerrero.
— ¡¡ Qué dices!!... — Wolf lentamente giró su cabeza hacia sus progenitores, de sus ojos parecía salir fuego, ellos trataron de atacar al campesino, pero el guerrero se paró frente a él — Quietos ¿Qué es eso que no tiene lengua?
— Hace unos meses llegamos con mi esposa a verla — apuntó a la moribunda — justo para ver cómo estos dos le cortaron la lengua, y le robaron algo del bolso que usa.
— ¡¡¡¡Es todo eso verdad Hena!!!! — grito a todo pulmón, como desquiciado.
La moribunda movió la cabeza débilmente afirmando las palabras dichas.
No había forma de describir la mirada del guerrero, se podía ver el mismo infierno en ellos. Volvió su espada manchada con la sangre de la mujer hacia la pareja demoníaca.
— Maldito este amor, que las fuerzas oscuras — empezó a invocar la madre, antes que su hijo les descargará el golpe, su esposo se puso adelante y lo recibió en el cuello, que hizo cae su cabeza lejos, el cuerpo se arrodilló lentamente, del corte salió a borbotones la sangre — no dejen que estén juntos en este o el otro mundo.
Apenas y pudo terminó su maldición antes que su Wolf la atacará, aunque trató de protegerse, le cortó un brazo y la mató al cortarle el torso. Pero no contento con eso, siguió cortando los cuerpos de sus progenitores hasta que solo quedó un amasijo sangriento en el suelo.
Agotado y bañado en sangre se acercó a Hena, ya nada podía evitar que ella muriera.
— Lo siento, yo creí... me dijeron... no debí confiar en ellos... — la cara del guerrero expresó su infinita tristeza y angustia por lo que le hizo — sé que debes odiarme, pero...
Ella levantó la mano y le tocó la boca para que guardara silencio, en sus ojos no había odio, solo amor y comprensión, entendió que todo fue una trampa de esa pareja de demonios. Con sus últimas fuerzas tomó el coral entre sus manos y las de su amado, suplicó a sus antepasados y a las fuerzas de la naturaleza que no dejarán que eso terminará así, que alguna vez se les permitiera concretar felizmente su amor, un brillo apagado sorprendió a todos, cuando todo quedó normal, la mujer estaba muerta.
Wolf no descanso hasta que la llevó de vuelta a su hogar, y la entierro con sus propias manos, revivió sus sueños con ella, al ver el lugar imaginó a sus hijos correr por la pradera, hubiera querido vivir con su amada hasta que a los dos el espíritu del más allá los llamará, y allí volverían a encontrarse, ahora todo eso jamás ocurriría. Nunca más volvió al Vergel, así como tampoco se separó del pequeño coral.
Año tras año sumó territorios y tesoros para su tribu, ya no guardaba nada para él, solo vivió para la guerra, casi diez años después murió en su ley, durante una batalla, con la esperanza que la maldición que lanzó su madre no se cumpliera.
Varias encarnaciones después, el destino quiso que por fin ambos estuvieran en el mismo país y en la misma ciudad, era la época victoriana en Inglaterra, ella se llamaba Ann, y pertenecía a una de las tantas familias pobres del país.
— Es muy pequeña y débil para ir a trabajar, recién cumplió 6 años — reclamó la madre.
— Yo a su edad ya estaba en las minas, y tú en la fábrica, además come mucho y no ayuda con los gastos de la casa, es un buen puesto el que tendrá, si es inteligente puede que logre convertirse en la querida de un millonario, solo espero que en ese momento se acuerde de nosotros — dijo el padre, como sentenciando la suerte de la niña.
Esa misma noche la llevaron a una mansión, la acomodaron como aprendiz de sirvienta, con una compañera ya mayor de nombre Liss. Tres años después a la anciana la despidieron, sin familia ni amigos fuera de esa casa, era una condena a muerte segura para la mujer mayor.
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Reencarnación
FantasyUna maldición lanzada por los padres de él los sigue desde el principio de los tiempos ¿Hena y Wolf podrán detenerla y poder ser felices en algún tiempo?