Unos años más tarde el joven se casó, con el tiempo tuvo dos hijos. Jane ya era una dulce abuelita, nunca tuvo otra pareja, aunque recibió varias propuestas, jamás pudo olvidar a su amado. Cuando la mujer murió, rodeada de sus seres queridos, sonreía feliz con la seguridad que se podría encontrar con su el padre de su hijo en el más allá, no sabía de la maldición que se lo impediría.
La próxima vez que sus almas volvieron a la Tierra, fue a fines del siglo XX, ahora en un país al extremo sur de América, en Chile, él se llamaba Cristian, y ella Isabel, a pesar que estaban en el mismo país, ambos vivían en ciudades distintas, por eso, durante su niñez y adolescencia, no se conocieron. Hasta que el Internet pudo ayudarles.
— Que entretenido es esto — comentó feliz la mujer.
— ¿Y has conocido alguien simpático? — preguntó con sonrisa pícara su amiga Paola.
— Hasta ahora no, son puros jovencitos, pero mató el rato para no aburrirme en la oficina.
— Que suerte la tuya, yo todavía no logró que mi jefe quiera instalarlo en la mía.
— Es práctico, me comunico con las otras secretarias del consorcio sin problemas de fax.
Cuando ella cumplió 30 años, conoció en un chat a Cristian de la misma edad. Fue una conexión inmediata la que establecieron, incluso intercambiaron la dirección de sus casas, y se escribían cartas constantemente.
Pasados dos años, él tuvo que ir por tema laboral a la ciudad de Isabel, que sin saber bien porque, sentía ansiedad y al mismo tiempo alegre por este encuentro.
— Hola un gusto — le dijo la mujer cuando lo fue a buscar al terminal de buses.
— Igual — respondió con mariposas en el estómago al verla.
Al principio todo fue como muy forzado, pero pasadas unas horas fue como si se conocieran de toda la vida.
Cuando él iba a volver a su ciudad, decidió declararle sus sentimientos a la joven.
— Antes de irme, debo... — dijo inseguro — sé que es poco lo que hemos pasado juntos, pero estoy seguro de esto — le pasó una cajita, cuando ella lo abrió había un anillo de compromiso dentro — ¿Quieres casarte conmigo?
— Sí... — respondió nerviosa en un surruro — sí quiero — lo gritó y le dio un apasionado beso, todos lo que los rodeaban en el mall aplaudieron contentos por la pareja.
— Me haces el hombre más feliz del mundo. He pensado en el clima y las oportunidades de trabajo, son mejores acá, dame seis meses para tramitar mi traslado, así no deberás dejar a tu madre sola — sabía que ambas eran inseparables.
—Gracias por pensar así, te amo.
Un tiempo después que él se fue la mujer empezó a sentir unos fuertes dolores en el costado, al principio lo atribuyó al exceso de trabajo, ya cuando se decidió a ir al médico, éste le dio un lapidario diagnóstico.
— Lo siento mucho, si hubiera venido un año antes, el cáncer al páncreas es muy agresivo — le explicó el médico.
— ¿Cuánto me queda? — preguntó sin emoción en la voz.
— Con tratamiento, tal vez seis meses.
— Entiendo, gracias.
Esa noche no durmió pensando que hacer, sentía que si le dice a Cristian lo destruiría, por lo que decidió ir a verlo con un plan concreto en su mente.
— Que sorpresa, pensé que nos veríamos cuando ya tuviera listo mi traslado — la recibió con un beso en su casa.
— Ya no es necesario — le respondió seria.
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Reencarnación
FantasyUna maldición lanzada por los padres de él los sigue desde el principio de los tiempos ¿Hena y Wolf podrán detenerla y poder ser felices en algún tiempo?