La sirena tomó la mano que el marinero le ofrecía, luego tiró de el para hundirlo en aquellas profundas y turbulentas aguas.
Fátima se estaba preparando para ir al instituto, había tenido un largo día, o más bien días, pues había pasado unos cuantos en el Limbo, aunque en su dimensión realmente tan solo habían pasado unas cuantas horas desde que la habían raptado. Cogió su mochila y salió por la puerta principal, llegó justo para no perder el autobús, una vez dentro se sentó en su sitio de siempre y como de costumbre se quedó ensimismada en sus pensamiento. Notó que alguien se sentaba junto a ella tras haber pasado algunas paradas.
-Buenos días morena – comentó Roger con su típico buen humor mañanero.
-Hola cariño - dijo ella mientras le daba un beso en la mejilla
Roger era su mejor amigo, se conocían de toda la vida, habían sido vecinos hasta que el padre de Fátima murió y ella y su madre se tuvieron que mudar unas manzanas más alejadas del centro a una casa más barata y pequeña, habían sido íntimos desde aquel día en infantil en que Marcus le tiró de las trenzas y Roger había ido a defenderla.
-¿Que te pasó ayer en clase de biología? - preguntó intrigado
-Pues no lo sé - dijo mintiendo - ya sabes que no soporto a esa profesora, además estaba sucesible por lo de mi abuela.
-Pues pareció, que tu furia hizo estallar las ventanas – expuso de cachondeo.
Fátima sonrió incómoda, "si supieras" pensó. La muchacha miró seria a su amigo, era un chaval bastante guapo, era pelirrojo, el típico pelirrojo, su piel era blanca y estaba surcada por muchas pecas, sus ojos eran de color miel y no muy grandes, casi no se le veían las pestañas de lo claras que las tenía; jugaba en el equipo de baloncesto del instituto, por lo que era bastante alto para su edad. Ambos niños habían compartido muchas cosas de pequeños, hoy en día lo seguían haciendo, los dos se habían criado sin padre y eso los había unido aún más en su niñez.
-Ya hemos llegado – anunció Roger, mientras le daba una palmadita en el muslo para avisarla.
Juntos bajaron del autobús y caminaron hacia la entrada del instituto, Roger se detuvo unos minutos para saludar a su grupo de amigos, realmente a Fátima no le gustaba esas compañías para su mejor amigo, se trataba del típico grupo abusón de instituto, con Marcus como líder. Para acceder a ese grupo de neandertales, tenías que estar en el equipo de baloncesto y ser bueno jugando, además de poseer otras cualidades, como ser un pica flor y un capullo con los empollones y los raritos. La Propia Fátima pertenecía a ese grupo de marginados, pues para sus compañeros era una rarita y más ahora con lo de las ventanas, pero como se juntaba con Roger y era guapa se libraba de la mayoría de las payasadas, que hacían sus compañeros de clase.
Marcus bajó entonces de su mercedes negro, la verdad, es que era muy guapo, era moreno y llevaba una corta melena lisa peinada hacía atrás, que le otorgaba un toque elegante, sus ojos eran color almendra y tenía una sonrisa muy bonita y brillante.
-Hola princesa - dijo dirigiéndose a Fátima con el típico apodo, que le había otorgado desde pequeños.
-Hola Marcus – resopló ella cansada de su típico aire de chulo.
Aquel muchacho la había atosigado desde siempre, incluso cuando él se echaba novia seguía detrás de ella, además, siempre se las apañaba para que cualquier muchacho, que a ella le gustara, saliera despavorido por culpa de sus amenazas, Marcus se creía Fátima era de su propiedad y ella ya no sabía cómo quitárselo de encima.
-Princesa, ¿por qué tan seca? – Sonrió irónico.
Fátima le puso mala cara y molesta se dio la vuelta para marcharse. No había dado ni dos pasos cuando tropezó con algo, que antes no estaba, y cayó al suelo dolorosamente. A sus espaladas escuchó las carcajadas de los jóvenes.
- ¡Ten cuidado princesa, no vayas a hacerte daño! - gritó Marcus entre risas.
Algo no encaja en todo aquello, pensó ignorando al grupo de abusones, miró al suelo y no localizó con lo que quiera que se había tropezado. Ahora, que se encontraba metida en el mundo de lo sobrenatural había aprendido a mirar el mundo con otros ojos, algo le decía que alguien había sido el causante de aquel incidente y no estaba dispuesta a quedarse sin saber quien había sido, pues a lo mejor había un cazador entre ellos y no podía permitirse el lujo de que este la cazara como a un ciervo.
Se giró enfurecida en dirección a los jóvenes, quienes se reían de ella, entonces se fijó, que justo al lado del grupo de Marcus había un aspersor, que se usaba para regar el césped de las aceras del parquin, Fátima se concentró y dejó a un lado su furia para centrase, una vez despejada la mente, hizo el movimiento con la mano, que Valtisca le había enseñado, inmediatamente después el aspersor se abrió y empapó a todos los miembros del grupo de abusones, incluido Roger y al propio Marcus, todo el mundo en el parquin comenzó a reírse. Con una sonrisilla traviesa y de satisfacción, Fátima se volvió a girar para entrar en el instituto.
Sin embargo, antes de alejarse dos pasos del aparcamiento, el potente sonido de una moto resonó en el lugar, una moto azul oscura y con pinta de ser carisma apareció a gran velocidad por una de las calles adyacente al instituto, cuando hubo llegado al parquin y sin el menor problema, el motoristas, que iba todo vestido de negro, hizo un derrape que aparcó la moto sin el menor esfuerzo justo al lado del caro coche de Marcus.
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Cazador de brujas
FantasyLa magia sigue existiendo hoy en día, los cuentos de hechizos y brujas que hemos oído de niños son ciertos, pero gracias a los cazadores estamos ha salvo. Ellos son sus enemigos naturales y no descansarán hasta que la última de las brujas del mund...