12: maleficio

39 7 0
                                    

La bruja sonrió, el maleficio había funcionado, ahora la granjera y aquel príncipe sufrirían por toda la eternidad por haberla traicionado.


Ángel, empapado, no había podido evitar mirar a Fátima y sonreírle, cuando la joven lo había ayudado a detener el chorro de agua con el que se estaba peleando, había sido un error, un pequeño error, que quizás le costaría todo su trabajo de investigación; el cazador pensaba, que a lo mejor la chica, no había captado aquel gesto de complicidad, pero no tardó en salir espantado de su error, al descubrir, que la joven bruja, lo seguía escaleras arriba, tenía que inventarse algún tipo de escusa rápidamente, o la chica, huiría despavorida. Ángel, no sabía por qué, la muchacha, de un día para otro, había cambiado tanto; cuando la descubrió llorando, el día que se conocieron, la adolescente estaba asustada y abrumada por un poder que ni tan siquiera ella conocía, ahora y por el contrario, tras haber pasado tan solo un día de ese encuentro, Fátima presentaba una seguridad y un control sobre su magia abrumantes.

El cazador, se dirigía a paso ligero hacia el cuartillo en donde el conserje del instituto, ósea, él, guardaba sus utensilios de mantenimiento y ropa limpia, cuando oyó la suave voz de Fátima, un tanto ahogada por la carrera.

-¡Espera!

El joven hizo como si no la oyera.

-¡Ángel! Espera por favor. – El joven cazador no pudo evitar detenerse ante la mención de su nombre pronunciada por los finos labios de la bruja.

- ¿Qué quieres?, tengo que cambiarme esta ropa mojada.

-¿Estás bien? – inquirió preocupada cuando por fin lo alcanzó.

-Si, solo es un poco de agua – explicó quitándole importancia.

-Tienes sangre en la frente - afirmó ella mientras le señalaba la herida con el dedo índice.

El cazador se tocó la frente y luego se miró los dedos de las manos, para comprobar, que efectivamente, estaban ensangrentados.

-Debió golpearme una pieza que saltaría de la fuente – dedujo.

Fátima asintió con la cabeza – tengo que hablar contigo – dijo sin más rodeos.

-Ahora no puedo, tengo que cambiarme de ropa – se excusó el joven.

-Pues te acompaño – el cazador suspiró ante las palabras de la bruja.

- Eres cabezota ¿verdad? – Fátima volvió a asentir – está bien.

Pocos minutos después llegaron al cuartillo; Ángel abrió la puerta utilizando unas llaves, que guardaba en el bolsillo trasero de su vaquero, después invitó a la joven a entrar, Fátima se dio cuenta entonces, que era bastante estrecho, así, que tenían que dejar poco espacio libre entre ellos dos.

-Ahí hay un botiquín - le dijo señalando un estante cercano a ella.

El joven asintió y extendió el brazo para cogerlo, dejando a la joven aprisionada entre su cuerpo y la pared, el cazador, pudo oír el desenfrenado ritmo cardíaco de la joven, que se sonrojaba por momentos. Cuando lo hubo cogido se lo entregó a la chica, luego sacó de un macuto deportivo una camiseta seca y sin muchos miramientos se quitó la ropa mojada delante de Fátima.

                                                                                            ~•°•~

Cazador de brujasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora