Capítulo Cuatro

21 1 0
                                    

Pasaron más de 3 horas y no he podido ver a la chica, esos nervios que me están matando no sirven de nada en este momento, tal vez nunca la vuelva a ver en mi vida así que no pierdo nada con intentar  crear una conversación con ella.

5 minutos  después el chófer del autobús  decidió hacer una parada y fue mi momento de acercarme a ella no puedo perder más el tiempo es ahora o nunca.

-Hola - le dije, -Hola amigo - dijo ella.
Después entró un silencio incómodo después de dedicarnos una sonrisa a cada uno.
Maldición me tiemblan las manos como para poder estirar mi mano y saludar, como es posible que yo le hable a una chica tan linda como ella si su voz es tan tierna que me da miedo de lastimarla.

Trate de acercarme a ella con una sonrisa encantadora como las que me enseñó a hacer mi querida madre, aunque viéndolo bien creo que doy un poco de miedo cómo mi madre solía decirme. Y mi mirada recorrió todo el cuerpo de aquella chica que llama demasiado mi atención.

-¿Que tal el viaje?- me pregunto después  de un momento de silencio.
-Algo incómodo y más por el asiento que logró sentir el reporte - le dije tratando de animar el ambiente.
Después ella empezó a reír lo cual me sorprendió mucho ya que no podía parar y parecía que estaba llorando y yo también solte una carcajada para que pudiéramos disfrutar el buen rato que estábamos teniendo juntos.

Después de dos horas y media el chófer pidió que regresaramos al autobús.
Ella me pidió que nos sentáramos juntos yo accedí con un movimiento de la cabeza.

El Día Que Deje De Ser Yo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora