7. "El ataque"

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Al día siguiente, luego de insistirle a Rick que sería mejor buscar de día, todos emprendieron viaje en busca de la más pequeña del grupo. Por suerte Rick recordaba el camino que habían hecho desde la mansión hasta la casa.

El grupo caminaba en silencio, nadie sabía que hacer o qué decir. Su líder iba con la cabeza agachada hundido en sus pensamientos, no comprendía como no se dio cuenta que alguien entró a la casa y secuestró a su hija sin que nadie lo notara.

Anabelle iba a tomar el impulso y acercarse a su líder pero otra vez, Michonne fue más rápida. Frunció el ceño algo molesta.

No tenía idea de qué conversaban pero en cuanto la mujer se alejó del ex sheriff se acercó.

—Todo estará bien Rick —intentó consolarlo de alguna manera, apoyó su mano en el hombro de él aprentándolo con cariño.

—Es que no lo entiendo, ¿por qué ella? Es sólo una bebé —se cuestionó indignado—. Psicopatas de mierda —farfulló.

—No lo sé, pero pase lo que pase mataremos a esos malditos. Aunque no comprendo por qué esa necesidad de habernos seguido.

—Debí imaginar que no nos iban a dejar ir tan fácilmente.

—Te prometo que si la encuentro primero la cuidaré y te la llevaré a ti ¿sí?

—Gracias. —La sonrisa que le dedicó pareció más una mueca.

Soltó un suspiro y siguieron caminando en silencio, no sabía si adelantarse o quedarse a la par de Rick por si necesitaba algo. Luego de meditarlo por unos cuantos segundos por culpa de su indecisión optó por la última opción.

Ya habían avanzado bastante y la mansión ya se veía a lo lejos. Rick les indicó que se dividieran en grupos para atacar desde diferentes direcciones.

Anabelle fue junto con Rick, Daryl y Michonne. Entraron por una ventana con las armas en alto, no se escuchaba absolutamente nada cosa que era raro.

—Iré por Judith —le susurró a Daryl que iba a su lado—. Intentaré dar con ella.

—Cuídate —le respondió.

Decidieron repartirse por el lugar y Anabelle subió las escaleras en silencio, con la esperanza de encontrar a la bebé.

Hasta que de repente escuchó un sonido que provenía desde una de las habitaciones.

Juntó valor y fue a echar un vistazo pero no había nadie, pero en el momento en que cruzó la puerta vio a un hombre desconocido. Inmediatamente le apuntó con su arma.

—Vaya vaya, yo a ti te conozco.

Ella no respondió, sólo seguía apuntando al hombre, con sus manos algo temblorosas intentando demostrar que no estaba asustada.

—¿No hablas? Mucho mejor para mi.

Seguramente aquel sujeto percibió su miedo, se acercó de todas maneras, con malas intenciones, creyendo que ella no era capaz de hacer nada.
Sin embargo Anabelle dejó de dudar y disparó apretando los ojos con fuerza.

La bala le atravesó estómago y el hombre cayó al suelo.

—¡Maldita perra! —gimió de dolor.

Alone | 𝗥𝗶𝗰𝗸 (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora