Celar y Ana

Capítulo VIII

Al siguiente día de lo acontecido, Celar decidió buscar algunas respuestas con Astro, de camino a su árbol, la cabeza le estaba dando vueltas en un remolino de dudas, preocupaciones e inseguridades, si Ana seguía así ¿qué podía hacer él? ¿y si los aldeanos llegaban a atraparla al verla? ¿esto sería solo temporal? ¿o formaría parte de la pequeña para toda su vida? Para todo este cuestionario solo existía una repuesta, y era Astro.

- Astro, estás en casa? Tengo algunas inquietudes acerca de Ana y quisiera que las aclararas – Celar llamó a Astro con este pedido desde la base del árbol en el que se encontraba.

- ¿Qué? ¿Quién? Ah, eres tú Celar – dijo el viejo búho algo adormilado aún – qué es lo que necesitas?

- Quisiera que me ayudaras en algo relacionado con Ana.

- Bien, cual es el problema?.

- Ana tiene apenas cuatro meses pero caminó por primera vez a los tres, y ayer por la noche... vaya, no seré experto, pero sé muy bien que una chiquilla de esa edad no puede trepar árboles.

Astro permanecía igual de sereno, solo el parpadear de sus grandes ojos era el único movimiento que realizaba.

- Bien, eso es algo que no escuchas a menudo... Celar soy consciente de tu preocupación por ti y por la niña pero debes entender una cosa, no todos somos iguales, tu tienes cuernos, Ana aprendió a caminar mucho más rápido y trepe los árboles tan rápido como una ardilla, eso puede significar varias cosas – el tono de Astro pareció bajar por un momento – tal vez sus ojos no sean lo único especial en ella. Pero así como tú aprendiste a lidiar con tus diferencias, ella también podrá hacerlo y tú, amigo mío, la ayudarás, y no hay alguien de corazón más noble y valiente para esa tarea que tú.

Estas palabras tuvieron un efecto reconfortante en Celar, pues en varios aspectos Astro tenía razón, tal vez no sería fácil y en muchas ocasiones podría flaquear, pero valdría la pena con tal de ver a Ana feliz y segura, y esa sería desde ese momento una de sus nuevas motivaciones.