El Arcángel Uriel

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Uriel, junto a Miguel, Gabriel y Rafael, es uno de los cuatro arcángeles que Dios encargó para cuidar la Tierra. Es el Ángel del Arrepentimiento y de la Justicia pero también el Ángel de la Paz. En la tradición judía, Uriel es porta las llaves del Infierno, lugar del cual intenta salvar a los humanos a través de lo que representa el fuego que porta: el poder iluminador de la verdad...

Su nombre significa "Fuego de Dios" . Él es uno de los Ángeles de la Presencia (ángeles que pueden acceder a la presencia de Dios) y uno de los siete grandes arcángeles. No se sabe con certeza si es un serafín, un querubín o un Príncipe de las Dominaciones. Lo cierto es que Uriel es el arcángel del arrepentimiento y la retribución, así como también el arcángel de la justicia, la paz y de la salvación.

En su obra El Paraíso Perdido, John Milton lo describió como "de todo el cielo, el espíritu de vista más aguda". Ligada a eso, está la función de "vigilante del mundo" que algunos textos le atribuyen, función a su vez relacionada con aquel libro que suele aparecer en sus manos en ciertas imágenes suyas, libro éste que, según una determinada interpretación (hay otra), representa una lista de los seres humanos con los respectivos pensamientos, sentimientos y actos que han efectuado a lo largo de sus vidas, llevando así Uriel una cuenta necesaria para ver quiénes irán al Infierno, lugar del cual supuestamente él tiene la llave; pero, pese a ser así, no desea que nadie se condene, por lo cual suministra el don sobrenatural del arrepentimiento a las almas que aún pueden salvarse, por más protervas que éstas sean.

Astrológicamente se le considera como Regente del Sol, por lo cual usualmente se le ha representado con un sol detrás de la cabeza. Aunque más allá del significado astrológico ese sol, por estar ubicado de modo equivalente a la aureola (símbolo de la conciencia iluminada y pura) de los santos, está asociado con la llama que Uriel porta, llama esta que representa al fuego espiritual de la verdad, viniendo así el sol (que está compuesto de fuego) a ser una forma de simbolización de la que quizá es la más elevada función de Uriel: el despertar, a través del "fuego de la verdad", la conciencia de los seres humanos.

Uriel, junto con Miguel, Gabriel y Rafael, es uno de los cuatro arcángeles que fueron destinados a cuidar de la Tierra y, en consecuencia, es mucho más fácil de contactar y está mucho más dispuesto a interactuar con los humanos que aquellos arcángeles que no están dentro del susodicho grupo.

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EL ARCÁNGEL URIEL EN EL JUDAÍSMO

Al igual que en la moderna angeología, Uriel consta entre los siete grandes arcángeles de acuerdo con la tradición del judaísmo rabínico. Fue en vinculado a su orígen en el judaísmo donde Uriel adquirió el significado de su nombre como "Llama de Dios" o "luz de Dios": de allí que, en la tradición judía, el Arcángel Uriel haya sido nombrado como "quien trae luz a Israel".

A Uriel se le menciona en Testamento de Salomón y en el Apocalipsis de Esdras, donde instruye al profeta Esdras sobre la verdad, adquiriendo fundamentalmente a raíz de esa obra su carácter de arcángel vinculado a la verdad que simboliza la llama que, en ciertas imágenes, aparece portando.

En Esdras 2, Dios manda a Uriel para responder a una serie de cuestionamientos que el profeta Ezra tiene. Es allí cuando Uriel le dice que Dios le ha "permitido describir las señales sobre el bien y el mal en el mundo"; pero, aún así, será muy difícil que Esdras pueda comprender el asunto desde su limitada perspectiva humana. En 2Esdras 4:10-11, Uriel le dice a Esdras algo cuya importancia teológica ha sido subvalorada, lo cual es así ya que las sabias palabras del arcángel muestran la incapacidad del hombre para comprender la naturaleza real de la pureza-incorruptibilidad y, por extensión, la impotencia del hombre para entender a cabalidad ciertas verdades morales y espirituales, haciendo así quedar como vano todo el orgullo de los teólogos moralistas que por siglos se han creído dueños de la verdad. Dice pues lo siguiente: ‹‹No puedes entender las cosas con las que has crecido, ¿cómo entonces puede tu mente comprender la forma del Altísimo? ¿Y cómo puede alguien que ya está agotado por el mundo corrupto entender la incorruptibilidad?››. Permaneciendo en esa línea que tiende a remover nuestras concepciones prefabricadas, cuando Esdras pregunta sobre su vida personal (cuánto vivirá, por ejemplo), Uriel simplemente responde: ‹‹En cuanto a los signos de que usted me pregunta, le puedo decir, en parte, pero no se me envió a decir nada con respecto a su vida, porque yo no lo sé›› (2 Esdras 4:52).

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