El Apocalipsis

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  Fruto de unas visiones que tuvo el apóstol Juan, el Apocalipsis habla sobre el fin del mundo, la derrota definitiva de Satanás y el día en que Dios juzgará a la Humanidad. Durante siglos, sus pasajes oscuros y simbólicos han obsesionado a la civilización occidental y no ha habido época en que no se haya creído ver los supuestos "signos del fin". 

El Apocalipsis, también conocido como Revelación, Libro de las revelaciones o Apocalipsis de Juan, es el último libro del Nuevo Testamento y de la Biblia, siendo también el más complejo, simbólico, difícil de comprender e intrigante por sus múltiples implicaciones escatológicas y relativas al fin de la historia humana tal cómo la conocemos. Supuestamente escrito por el apóstol Juan a raíz de las impactantes visiones que tuvo mientras cumplía su destierro en la isla de Patmos, este libro ha sido el más polémico de todo el canon bíblico, siendo recién integrado de forma oficial a la Iglesia Católica en el siglo IV.

Más que ningún otro, el Apocalipsis ha logrado inocular en el imaginario social de Occidente el temor y la obsesión por el fin de los tiempos, viniendo aquella obsesión cultural a tener su cima en este último siglo en que otras fuentes como el Calendario Maya o Las Profecias de Nostradamus han convergido con el amenazante Libro de las Revelaciones para mover a muchas mentes hacia una especulación interpretativa no desprovista de fantasía y poco rigor. Y es que el Apocalipsis, entre otras cosas, es conocido por hablar de cuatro poderosos ginetes que traerán plagas y desgracias, de un Gran Dragón que al parecer es el mismo Satanás, del famoso Anticristo y de un Jesus-Rey que vendrá por segunda vez para, luego de que la Tierra haya sido purgada bajo el poder del Ángel Exterminador y otras fuerzas purificadoras, juzgar a la Humanidad y llevarse consigo a "los justos", los cuales morarán en la Nueva Jerusalén.

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AUTORÍA Y CANONICIDAD

Existe cierto debate sobre quién (o quiénes) y cuándo se escribió el Apocalipsis. Su autor se identifica a sí mismo simplemente como "Juan". Según algunos se trata del apóstol Juan y la diferencia entre el griego tosco del Apocalípsis y el del Evangelio de Juan se puede explicar como consecuencia de la premura con que debía transcribir las visiones y el estado de semi enajenación mística en que se hallaba cuando las recibió; no obstante, existen quienes piensan que, esas diferencias, la ausencia de temas juaninos como la dicotomía luz-oscuridad, el amor y la verdad, y las diferencias escatológicas entre ambos libros, son razones suficientes para dudar de que su autor haya sido el apostol Juan.

Concretamente, las dudas sobre la autoría del libro empezaron en el siglo III con el presbítero Cayo de Roma, quien creía que el autor era el hereje Cerinto. Y de tal magnitud fueron las sospechas que incluso en el siglo IV el libro era rechazado por los cristianos de Siria y la mayor parte del clero de la Iglesia Oriental y por ciertos Padres de la Iglesia como Teodoreto, Juan Crisóstomo, Cirilio de Jerusalén y Gregorio de Nacianzo; y, muchos siglos después, el debate sobre su canonicidad y autoría fue reabierto por los protestantes durante el periodo de la Reforma, llegando a decir Martín Lutero que el Apocalipsis "no es ni apostólico ni profético" y que "Cristo no se enseña ni se sabe de él aquí"

Pese a todo el debate, el Apocalipsis fue finalmente aceptado en el año 382 por un decreto del papa Dámaso I, ratificado en el concilio de Hipona en el 393, en el de Cartago en el 397, y más tarde en el Concilio de Trento durante la Contrareforma. Por su parte, la Iglesia Ortodoxa lo aceptó recién en el siglo IX y en la actualidad el libro es generalmente aceptado en el Protestantismo y sus diversas manifestaciones. Mas hay que señalar que, aún dentro de esta línea de canonicidad del libro, un amplio sector cree que el libro pudo haber sido redactado por una comunidad de seguidores de Juan (la llamada "comunidad juanina"), aunque obviamente en base al testimonio del propio apóstol.

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