XXII (parte 2)

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La mañana siguiente transcurrió con total normalidad, exploraban el lugar, hacían actividades y disfrutaban del bello paisaje. En la tarde, mientras exploraban el lugar, encontraron una pequeña laguna rodeada de algunos matorrales. En ella había una enorme roca por el que crecía un poco de musgo.

-Aquí- comentó la rubia- se podría ver perfectamente un amanecer.

-¿Son tan hermosos como dicen? – preguntó Ann

-¿Nunca has visto un amanecer?- su amiga negó a la pregunta- ¿Qué tal si lo vemos aquí mañana antes de regresar a casa?!

-¿La bella durmiente despertándose antes de que salga el sol? Me parece difícil de creer.

-Pues créelo. Mañana me levantaré antes que tú y veremos el amanecer juntas.

-¿Y cómo piensa hacerlo, su alteza?

-Tendré mi despertador- hizo una pausa-. Aunque siempre lo ignore.

Ann soltó una carcajada.

-¡No te rías!- se quejó Lucy- No me cuestiones tan rápido.

-Sí, sí, su alteza- dijo mientras aun reía un poco-. Ahora, mejor volvemos antes del toque de queda. Además, tenemos que dormir si queremos ver ese amanecer.

Sonrió. Lo hizo de una manera tan tierna y radiante, que el pulso de Lucy de aceleró. No lo podía evitar, Ann la hacía sentir de esa manera. Pero ella se limitó a decir:

-Claro.

Y continuaron el camino en silencio.


Eran las 3:50 de la mañana. Ann ya estaba despierta. Eso era gracias a las pesadillas que la atormentaban todas las noches. Su padre seguía apareciendo en sus pesadillas, mezclaba los recuerdos felices con escenas tétricas de su padre muriendo de distintas formas. Incinerado, ahogado, descuartizado, herido, decapitado... solo eran algunos de los horrores que presenciaba todas las noches.

Ann estaba harta de las malditas pesadillas. No se las comentaba a su madre porque sabía bien que ella no haría nada, y no podía contactar a un psicólogo que le ayudara porque sus ahorros no daban para pagar una consulta. Entonces ella solo sufría en silencio.

Se quedó observando la oscuridad que se expandía por toda la habitación. No podía volver a dormir, por miedo a que las pesadillas regresaran, así que solo se quedó recostada en la penumbra.

Debían de haber pasado alrededor de 30 minutos cuando las nubes se fueron, dejando que la luz de la luna llenara la habitación. La luz llegó hasta el rostro de Lucy, del cual Ann no había podido contemplar por la oscuridad. Las facciones de su cara estaban en completa tranquilidad y sus párpados estaban cerrados de forma delicada.

"Bueno" pensó ", lo único bueno que han hecho las pesadillas por mí es dejarme ver su rostro dormido en la luz de la luna" y rio para sí misma.

A las 5 de la mañana, Lucy comenzó a despertarse. Se sentó en la cama, soñolienta, y dirigió su vista rápidamente a la cama de Ann donde ella la estaba observando con tranquilidad.

-Buenos días, bella durmiente- saludó

-¿¡Ehh!? ¿Cómo puede ser? ¿Desde hace cuánto que estas despierta?- preguntó mientras hacia un puchero.

-Quién sabe- respondió sin mucho interés-. ¿Nos vamos?

Lucy asistió mientras se arreglaba para ir. Se colocó una chaqueta y sus zapatos y enseguida partieron.

Ser como tú (Yuri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora