- Aria, es imposible que consigamos tu coche de vuelta- resopló Lucas, recostado en el sofá. - No me puedo ni mover. Aunque consiguiera llegar al desguace de Urco, jamás podría hacerme con el coche.
- El coche tiene que estar aqui ya.- Dijo Aria de forma tajante. Se mostraba impasible, pero un brillo en la mirada delataba su inquietud. Estaba preocupada, muy preocupada. - Haz lo que sea necesario. Llama a las personas que tengas que llamar.
- Te voy a aclarar una cosa; una característica muy común de la profesión de un autonómo es la soledad. No tengo a nadie.
Aria le fulminó con la mirada y Lucas se abstuvo de seguir su comentario. Cerró los ojos y se puso a pensar en la manera de solucionar aquel problema. No era solo el hecho de que no se podía mover del sofá lo que le empujaba a intentar arreglarlo. Tampoco les deseaba ningun mal a aquella mujer y su niño. Pero, precisamente por ello, sabia que no debía remover los planes de Urco. Si llegaba a involucrar a aquella familia, les destrozaría la vida.
Se dirigió a Aria para intentar disuadirla de su empeño. Pero ella ya no se encontraba en la habitación. Lanzó su pregunta al aire:
- ¿Que te parecería si te consigo otro coche?
- Negativo - canturreo una voz desde la cocina.
- ¿Uno millones de veces mejor que el que tenias?
- Sigue intentandolo.
- ¿Con un maletero enorme para que Iván meta la bici?
- Iván no tiene bici - Aria asomó la cabeza. - Vas a tener que conseguir ese coche o te terminaré de romper las costillas que te faltan.
Entró con unas bendas nuevas y un cuenco de agua tibia. Se sentó en el sofá y comenzó las curas. Lucas observó detenidamente cada paso que la chica daba. Fue entonces cuando cayó en la cuenta de que ella sabía perfectamente lo que hacía. Sus manos no titubeaban sobre las heridas. Su pulso era firme. Apenas sentía como le sanaba las magulladuras.
- Has hecho esto antes, ¿Verdad?
- Si, ayer por la noche.
- Me referia a...
- ¿Como vamos a conseguir el coche? - le cortó Aria.
- Mira, Aria, sinceramente; es demasiado complicado conseguir ese coche. Posiblemente ya este hecho pedazos. Y si no, está de camino a ello. Olvídalo , porfavor. Te conseguiré uno mejor.
En ese momento, la chica le sujeto la barbilla con la mano derecha y haciendo que Lucas focalizara su mirada en ella. Sus ojos relampaguearon y su rostro se puso serio. Más aun.
- Ese- coche- debe- estar- aqui. - Cada palabra era un mandato tajante.
- Pero, ¿Porqué?
Fue entonces cuando Aria apartó la mirada y solto la barbilla del ladrón. Miró hacia el suelo y simplimente dijo:
- Es importante para mi.
En ese momento a Lucas se le encendió una bombilla. Titubeo durante unos momentos... miró a Aria. Fue entonces cuando dijo la frase que sentenció el resto de su vida:
- Bueno... es posible que conozca a alguien que nos pueda ayudar.
Aria lo miró rapidamnete, con curiosidad en sus ojos.
- ¿Quien?
- Es un colega que me debe un par de favores. No te puedo asegurar nada, pero podría ser una opción. Lo complicado va a ser encontrarlo.
- ¿Cómo contactamos con él?- Aria levantó una ceja.
Lucas se incorporó a duras penas sobre el sofá. El sol indicaba que ya había pasado el mediodia. Movió la cabeza de un lado a otro para estirar el cuello, lo que le produjo un latigo de dolor en el cuello. Hizo una mueca. Entonces, se puso serio y miró directamente a los ojos arios de la chica.
- Ahora vas a tener que seguir mis instrucciones meticulosamente.
. . .
Aria dió un beso en la frente a Iván y le acarició el pelo rizado. Le miró con una sonrisa en la cara y lo abrazó de nuevo. Era la septima vez que lo hacia. Siempre le costaba despedirse del pequeño pero esta vez, ante la incertidumbre de lo que iba a realizar aquella noche de Lunes, se sentia más apegada que nunca. El pequeño, por su parte, le devolvió la sonrisa. Siempre estaba tranquilo, o eso aparentaba.
La chica se incorporó y hecho un vistazo al reloj de su muñeca. Se hacia tarde. Aun recordaba la voz de Lucas dando las pautas a seguir el día anterior. Meneó la cabeza y se limitó a centrarse en el presente. Se dirigió hacia el centro de la habitación donde recogió su bolsa. Entonces giró hasta donde se encontraba Dina, que la miraba con preocupación. Ésta se acercó en unos pocos pasos y le puso la mano en la mejilla.
- Aria, cielo, ¿de verdad no me puedes decir a donde vas? es muy tarde. - Sus ojos destilaban miedo y preocupación. Cuando su joven vecina había irrumpido un par de horas antes en su casa pensó que se trataba de una broma. Hasta que enseguida recordó que Aria no hacía bromas. Nunca. Fue entonces cuando ella le pidió que se quedara con Iván aquella noche, porque tenia cosas que hacer. En ese momento supo que algo pasaba y desde entonces la preocupación no se le iba de la cabeza. Las pocas explicaciones que le había dado tampoco ayudaron a calmarla. Pero sabía que no podía hacer nada ya que llevaba una hora intentando disuadirla sin resultado.
- Dina, tengo que irme. - Aria se apartó de la pelirroja. Sabia que si se quedaba un minuto más jamás saldría del piso. No necesitaba más ruegos que le minaran el ánimo. Se encaminó a la puerta y le lanzó un último beso a Iván, que sonrió. Entonces abrió la puerta.
- ¡Aria! - Exclamó Dina. La aludida se giró. Entonces la escort con un suspiro dijo - Ten cuidado, por favor.
Ella asintió. Entonces cerró la puerta y se sumergió en la oscuridad de aquel barrio en las afueras. Mientras salia del portal, se encendió un cigarrillo ya empezado anteriormente y, como de costumbre, le dió una calada y lo apagó. Fue en ese momento, con la brisa de la noche como única compañía, cuando se dedicó a pensar en la conversación del día anterior con el ladrón. La voz del chico resonó en su cabeza.
" Aria, tienes que estar segura de lo que quieres... lo que te voy a decir no va a ser fácil, ni seguro. Si de verdad necesitas ese coche, él es nuestra suejto. Pero contactar con el no va a ser fácil. Se trata de un jefe pandillero de la zona sur. Escucha atentamente mis indicaciones sobre cómo llegar..."
"...Cuando lo hayas conseguido pregunta por Alfil... no des más detalles. No hables con nadie. Si las cosas se ponen complicadas di que te manda "T". Pero tan sólo en caso de apuro..."
"...Una vez hayas contactado con él, asegurate que estaís solos. Entonces podrás contarle todo. Tráelo aqui. Hablaré con él y veremos si puedo conseguir algo..."
El humo de aquel cigarrillo fue desapareciendo en el cielo estrellado. Adi como la figura de Aria desaparecia de la luz de las farolas.
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En el último infinito
Romance- "Cogió la cajetilla de tabaco del techo del refrigerador. Abrió la venta y se sentó en el alfeizar, con medio cuerpo fuera y medio dentro. Flexionó una pierna y prendió el cigarrillo, inhaló una grande bocanada y lo apagó contra el alfeizar. Mient...