"Yunisia"

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Caro y yo estuvimos hablando un rato y me contó lo bien que se lo había pasado. Jamás entenderé por qué tanta gente va a las discotecas, yo siempre he preferido quedarme en casa con una amiga. Lo único que quería era dormir, así que decidí aplazar la lectura de Harry Potter y la piedra filosofal hasta que se hiciera de día y Caro estuviera de nuevo al acecho de nuevos universitarios.

***

A la mañana siguiente me desperté con el ruido de Caro vistiéndose. No es que armara un alboroto pero tengo un sueño ligero.

-¿Qué hora es?- le pregunté con los ojos entrecerrados.

-Ya es la una y media, puedes quedarte durmiendo. Yo me voy a dar una vuelta a la Plaza.

-Vale- dije, ya con los ojos cerrados. Pero entonces me acordé del libro y pensé que era la oportunidad de leerlo. Así que decidí hacerme la dormida hasta que se fuera.

Cuando terminó oí como cerraba la puerta detrás de ella y abrí un ojo para asegurarme de que se había ido. La habitación estaba a oscuras por las persianas así que encendí la luz y comprobé que ya no estaba. Me levanté todavía somnolienta y abrí las persianas. Me dirigí directamente hacia la mochila donde estaba el libro.

El corazón me latía a mil por hora, sentía que se me iba a salir del pecho. Supuestamente ese libro era importante, tanto que ni siquiera Caro podía leerlo. Lo cogí y lo miré antes de abrirlo barajando las diferentes posibilidades. “Probablemente sea una estupidez. Pero... ¿y si no lo es? Puede que sea más importante. Aunque... Nunca me ha pasado nada interesante, siempre he sido la invisible, incluso inexistente para algunas personas. No puedo más” pensaba mientras lo pasaba de una mano a la otra. Cerré los ojos y respiré hondo.

-Enséñame- susurré.

De pronto el libro se abrió de par en par y una brillante luz blanca salió de él. Acto seguido, la voz de mi madre resonó por toda la habitación. Miré de un lado a otro, buscándola, pero no estaba. La voz salía del libro. Una lágrima comenzó a resbalar por mi mejilla, mi madre, su voz, estaba allí. Relajada, autoritaria y fuerte.

“Querida Abril, solo hay dos motivos por los que te haya entregado este libro. El primero es que sea tu decimoctavo cumpleaños, el segundo, que algo malo haya pasado. Sé que lo más probable es lo segundo. He pasado años y años intentando recopilar todo lo que he aprendido en este libro para que te sirva en caso de que algo vaya mal o como la 'gran revelación' de tus dieciocho.”

“¿'Gran revelación'? ¿A qué se supone que se refiere con eso? Dios, mamá, si es tan importante déjate de rollos”, pensé.

“Abril, no lo creerás, pensarás que es una estupidez. Sí, te conozco. Tu autoestima es realmente baja desde niña. Pero es la verdad, eres mi hija y sé que eres especial desde que naciste. Tienes un don. Un don que muchos quieren y que no debes mostrar a menos que sea necesario. Tú eres la elegida para salvar nuestro mundo.”

Estaba literalmente en shock. ¿Yo? ¿Especial? ¿Un don? ¿Salvar qué? ¿'Nuestro mundo'? No entendía absolutamente nada.

“Puedes hacer cosas que los demás no pueden. Tienes el don de la magia. Muchos utilizan erróneamente la palabra 'bruja'. En realidad tú eres una yunisia. Para ti sonará extraño pero es lo que somos. Lo que eres, Abril. Tu magia solo aparece cuando lo necesitas, pero debes hacer que eso cambie. Tienes que aprender a controlarla y no dejar que ella te controle a ti. Como seguramente yo no esté contigo, tendrás que hacerlo sola. En este libro encontrarás casi todo lo que necesitas. Al contrario que las leyendas y los cuentos no tienes ni escoba ni varita ni nada de eso. Esta magia es algo espiritual e intelectual. Requiere concentración y mucha práctica. Así que te pido que empieces a entrenar cuanto antes. Ahora que sabes lo que eres, tus poderes se manifestarán, ve con cuidado”

Rápidamente cerré el libro.

Esto era demasiado fuerte. Primero, mi madre nos abandona y me deja este libro. Después me dice en el libro que soy una bruja, o 'yunisia' como dice el libro. Que soy 'especial'. Demasiado. ¿Me había vuelto loca? Creo que oír hablar a los libros es una prueba de que alguien que ha perdido completamente la cabeza. Pero me parecía increíble que yo fuera importante, debía de haber un error. Seguro que era de Caro. Así que me senté encima de mi cama para reflexionar y dejé caer el libro a mi lado. Me quedé mirando a un punto inexistente entre la pared y yo. “Seguro que es un error, todo el mundo se equivoca. Caro no es mucho mayor que yo, probablemente se equivocó. ¿No? Aunque, es un tema importante como para equivocarse así”.  “Aunque puede que no haya ningún error, puede que sea yo y no Caro”, pensé.

Me levanté y me quedé mirando mis manos. Me fijé en cada pequeña arruga. Las abrí y las cerré varias veces. Apreté mis dedos con fuerza contra las palmas mientras cerraba los ojos. De pronto sentí que me caía, que mi cabeza golpeaba el suelo bruscamente.

Después de lo que me pareció un momento, me levanté con un dolor punzante en la nuca. Y con una mueca de dolor observé mi alrededor. Toda la habitación había cogido una tonalidad azulada. Las paredes eran azules, las colchas también, los cuadros, la puerta, el armario. Todo.

-¡Soy yo! ¡No puede ser!- exclamé emocionada. Y empecé a bailar entusiasmada con la idea, por mi cabeza solo pasaba una palabra: “especial”. No me lo podía creer, por una vez en mi vida me sentía única. No podía esperar para contárselo a Caro. Pero... no podía. Me lo había dicho mi madre. No se lo podía decir. Y aún no sabía por qué.

Me tiré en la cama y me puse a pensar. Toda mi vida había cambiado en menos de una semana. Al principio todo había ido mal, sin embargo ahora me iba realmente bien. Porque esto era bueno ¿no? 

Los cuatro elementosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora