No soy una niña

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Decidí bajar a tomar algo ya que mis tripas rugían como un león salvaje. Mientras bajaba por las escaleras sonreía como una estúpida y lo único que pensaba era que por fin era importante, por fin tenía algo especial. Al llegar al salón casi estaba tarareando una cancioncilla. Miré hacia el sofá y sentí como me ponía tan roja como un tomate, Dios mío, mi cara estaba ardiendo. Allí sentado estaba Luc mirándome y yo en pijama ¡en pijama! ¡Qué vergüenza!

-Hola- dijo, pero no respondí, solo quería que me tragara la tierra y, mientras, mi cara seguía poniéndose roja progresivamente-. Bueno, supongo que querrás saber que hago aquí- yo continuaba callada-. Di algo, ¿no?

-Sí, quiero decir... ¿qué haces aquí? Pensé que... -dejé la frase sin terminar.

-Lo sé y lo siento, es una estupidez. Son cuatro años, nada más. Y en fin... Para ser tu amigo no me hace falta tener tu edad, solo quiero tener una conversación interesante con alguien de vez en cuando.

-Interesante, eh...

-Sí, ya sabes. Es raro encontrar a alguien con tantos temas de conversación como tú- creo que sobran universitarias más inteligentes, simpáticas y con temas de conversación que yo. No acababa de entender por qué había venido.

-¿Qué haces aquí?- le pregunté, orgullosa por mi seguridad. Mi cara se iba enfriando poco a poco.

-Ya te lo he dicho, me pareces muy interesante- contestó pero pude notar un brillo de inseguridad en su mirada.

-En serio, no soy una niña. ¿Por qué has cambiado de opinión de repente? Ayer parecías realmente seguro- para darle a entender mi enfado me había apoyado contra el marco de la puerta y había cruzado los brazos.

-Sé que no lo eres y es por eso, me he dado cuenta.

-Pues qué rápido...

-¿Qué pasa?- dijo mientras se levantaba-. Tú también pareces haber cambiado de opinión sobre mí muy rápido- entonces se acercó a mí y me agarró el brazo.

-No sé qué quieres que te diga- le miré seriamente. “¡Que te aclarares!”, pensé. Nada más conocerme ya me dijo que no quería volver a verme y al día siguiente se arrepiente de haberlo hecho-. Dijiste que no querías saber nada más de mí.

-Ya sé lo que dije. Pero yo que sé, no lo había pensado, creía que eras mayor. Y te lo repito: lo siento.

-Está bien- una sonrisa se dibujó en su cara casi al instante-, pero que conste que te perdono solo porque no conozco a nadie más- descrucé los brazos y el alzó los suyos para abrazarme, para no hacerle un feo le correspondí. Entonces me acordé de que todavía estaba en pijama y me aparté de él-. Me voy a vestir. Ahora vuelvo.

-Vale, ¿vamos a comer juntos después?

-¿No tienes que ir a la universidad?

-Pasé de ir, no dejaba de pensar en ti...- “Vaya, qué tierno”, pensé. Todavía no sabía si debía confiar en él, estaba demasiado lanzado-. Sabía que no me iba a concentrar y estuve dando un paseo hasta que acabé delante de la puerta verde. Carolina estaba saliendo y me quedé hablando con ella hasta que me dijo que subiera- Caro...- Entonces, ¿qué? ¿Vamos a comer juntos?

-Mmm... vale- dije y salí corriendo hacia las escaleras.

***

Poco después bajé con lo primero que encontré, todavía no se merecía que me esforzara en vestirme para salir con él. Volvía a estar sentado en el sofá y en cuanto me vio se levantó, se acercó y me cogió la mano. La verdad es que no me sentía tan cómoda con él como la noche anterior. Me llevó hasta la puerta y me dijo:

-Lo pasaremos bien, no te preocupes.

***

Mientras caminábamos por calles cercanas vi a lo lejos a Lucía. Se la veía contenta y caminaba como siguiendo el ritmo de una canción. Me caía realmente bien, siempre sonreía y se notaba su felicidad. Dirigí mis pasos hacia ella y levanté el brazo para saludarla. Luc me miró extrañado y me preguntó:

-¿La conoces?

-Claro, es mi prima- su cara se desfiguró en una mueca de asombro. Parecía realmente sorprendido.

-Vaya, es que a veces la veo paseando y no sé... No parece que encaje con su casa- justo en ese momento Lucía se acercó a nosotros y me dijo:

-¡Hola! ¿Qué haces aquí? Cuando me fui todavía estabais durmiendo y no quise despertaros. Por cierto, me llamo Lucía- dijo dirigiéndose a Luc, pero no parecía nada cómoda hablando con él-. Soy su prima.

-Yo soy Luc, la conocí ayer- como por arte de magia se le dibujó una sonrisa al decir eso.

-Me voy a ir a comer con él- contesté.

-¿Y por qué no coméis en casa? Yo ya voy ahora y así conozco un poco más a Luc.

-Sí, creo que será mejor. Aquí las cafeterías y los bares son muy caros- dije, la verdad es que no me apetecía ir a comer sola con Luc, quien me dirigió una mirada que pude interpretar como un reproche. Pero no dijo nada, se limitó a seguir a Lucía de vuelta al piso.

Los cuatro elementosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora