-Despierta- dice una voz que me parece lejana-. Vamos- continúa-, despiértate.
Abro los ojos lentamente y una figura borrosa aparece ante mí. Puedo escuchar la voz más claramente y la reconozco.
-Gael...
-¡Por fin! -exclama aliviado- ¿Cómo se te ocurre...? Bueno, da igual. Podías haberme pedido a mí que hiciera lo que has intentado por tu cuenta. ¿Qué se supone que querías hacer?- pregunta.
-Proteger lo mío- respondo y me levanto suavemente.
-¿Te ha funcionado?- vuelve a preguntar. Miro a mi alrededor en busca del libro pero no lo encuentro. “Puede que haya funcionado”, pienso.
-Vaya, vaya... Ahora eres tú quien pregunta- digo con aire altivo.
Levanta una ceja sonriendo, me ofrece su mano y dice:
-Vamos, seguro que ya están esperando.
Cojo su mano y me levanto. Doy un último vistazo a la habitación en busca del libro pero sigo sin encontrarlo. Me empuja hacia la puerta, parece que es lo único que sabe hacer, y me lleva al extremo opuesto al que entramos.
-¿No era por..?.
-Sí -me interrumpe-, tú solo sígueme.
-Ya empezamos con lo de “nada de preguntas”-digo.
-Muy bien, lo vas entendiendo- responde y pongo los ojos en blanco exasperada.
Cuando llegamos a la pared me tapa las orejas como hizo cuando entramos. Pronuncia unas palabras pero esta vez ningún hombrecillo vigila el lugar. Quita las manos de mis orejas y lentamente aparece una puerta ante nosotros tal y como desapareció antes la otra. Abre la puerta y me hace una señal para seguirlo. Una claridad deslumbrante sale del exterior y entrecierro los ojos. Salgo con una mano frente a los ojos para tapar la luz y dejo que mis ojos se acostumbren. Descubro que volvemos a estar en el bosque y que Gael ya ha empezado a caminar sin mí así que corro detrás de él hasta alcanzarlo.
-¿Adónde vamos, exactamente?- pregunto.
-Han decidido hacer la reunión fuera, para que te acostumbres- responde. No sé a qué me tengo que acostumbrar pero prefiero no preguntar para que no me dirija una de sus miradas que dicen: “Cállate”. Lo sigo hasta que llegamos a un claro del bosque donde un grupo de gente me espera impaciente. Reconozco a Adalia, la mujer pelirroja, y al niño de trece años, los demás siguen resultando igual de extraños para mí. Gael me coge del brazo y me conduce hasta ellos. Adalia sonríe al verme y cuando llegamos se acerca a mí y me abraza cariñosamente.
-¿Qué tal, Abril? Habéis tardado mucho, ¿ha pasado algo, Gael?- pregunta.
-No, no. Es que estuvo un rato acostada mientras ordenaba un poco mi cuarto- responde Gael y lo miro sorprendida de lo bien que sabe mentir, aunque ni siquiera sé por qué le miente. Se supone que debo confiar en ellos pero ni siquiera se fían unos de otros.
-Bueno, ven con nosotros, Abril- dice Adalia sonriendo-. Gael, puedes retirarte.
-¿No se puede quedar conmigo?- pregunto y justo cuando termino de decirlo me doy cuenta de lo estúpido que suena. Casi puedo ver la sonrisa petulante de Gael detrás de mí.
-Lo siento, pequeña, pero tengo cosas que hacer- responde casi riéndose y evito sus ojos a toda costa.
-Pero si te sientes más cómoda con él aquí, puede quedarse- dice Adalia con su sonrisa, que parece perpetua. Creo que este es el momento más vergonzoso de toda mi vida y agacho la cabeza realmente arrepentida de haberlo dicho.
-¿Me quedo o no?- pregunta Gael.
Me quedo en blanco, tengo que responder pero la vergüenza que siento ahora mismo no me deja. Además, ¿qué digo? Si digo que no quedaré como una estúpida por haberlo sugerido y si digo que sí parecerá que siento dependencia de un chico al que acabo de conocer, lo que, sin duda, interpretarán como una muestra de infantilidad.
-Como quieras- digo haciendo un intento por evadir la pregunta.
-Será mejor que te quedes, por si acaso- afirma Adalia.
“Ya ha quedado más que claro que soy algo infantil. Vale, muy infantil. Ahora demuestra que eres fuerte y madura, como sea”, pienso y me río “fuerte y madura”, sí ya.
Gael, todavía sonriente, se sienta en la hierba y apoya la espalda en un tronco. El grupo de gente me mira con cierta compasión y Adalia dice sonriendo:
-Hoy empezarás tu entrenamiento.
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Los cuatro elementos
JugendliteraturAbril siempre ha sido la invisible, aquella chica en la que nadie se fija hasta que un día la desaparición de su madre la lleva a Salamanca con su hermana mayor. Allí conoce a su prima Lucía quien le abrirá las puertas a un mundo mágico donde tendrá...