Parte III

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—Si Chaz, estaré ahí—bufó April al escuchar a su amigo preguntarle que si asistiría a la fiesta esta noche. No quería ir, pero Chaz le había rogado que era muy importante para él que estuviera ahí. Sabia porque, su amigo iba a comprometerse con su novia. Tenía que estar ahí para él, después de todo era su amigo. Debía apoyarlo en su decisión. Y por supuesto, quería estar presente y ser testigo de la felicidad de Chaz. Ella lo quería mucho y se alegraba mucho que haya olvidado su obsesión por ella y haya sentado cabeza. Su novia Lauren era una chica muy linda y carismática. De lejos se notaba que era muy feliz con Chaz a pesar de que este era un tonto risueño.

—¿Segura?—preguntó Chaz de nuevo y April rodó los ojos mientras terminaba su almuerzo. Debía volver a su puesto de trabajo en cinco minutos. Solo tenía veinte minutos de descanso y había bajado a la cafetería a comer algo. Lo necesitaba, últimamente le daba mucha hambre. –Tu sabes que Justin va a estar y...—April lo interrumpió. No quería escuchar más, sabía perfectamente lo que este iba a decirle. Ya se había preparado mentalmente y emocionalmente.

—Lo sé Chaz, eres nuestro amigo y el hecho de que nosotros ya no lo seamos no significa que voy a perderme tu compromiso—dijo poniéndose de pie botando lo que quedaba. Tenía poco tiempo y no volvería a comer. De solamente haber escuchado su nombre se le había quitado el apetito. Había evitado todo este tiempo su nombre. Mencionarlo y escucharlo. Habían pasado tres meses desde que no lo veía. Aquella noche cuando le había dicho que podía irse y ser libre de todas las obligaciones referente al bebé, él había cogido parte de sus cosas y se había ido temprano en la mañana dejándola una nota diciéndole que lo siente. Desde aquella noche se había prohibido mencionarlo, escuchar sobre él por su bien. Nada más escuchar su nombre, pensar en él le hacía daño. Le hacía mal para su estado tanto físicamente como emocionalmente. Pensar en él la llevaba a llorar, a querer gritar de dolor, de rabia y eso estaba mal. Ella no podía hacer eso en su estado. Tenía cinco meses casi seis y el bebé sentía todo. No podía arriesgarse a poner a su bebé en peligro por su estado emocional. Es por eso que se había prohibido hablar sobre él o pensarlo. Por su bien lo mejor era hacer como si nunca hubiera existido. Mentiría si dijera que lo había logrado porque no lo hizo. Al menos el primer mes no lo logró. Fue el peor mes que pudo haber pasado. Se la pasaba llorando por todos lados, se iba a dormir a la cama de él con tal de sentirlo cerca o al menos sentir una parte de él. Se lo imaginaba en todos lados incluso le marcaba de forma privada solo para escuchar su voz. No mentía al decir lo avergonzada que estaba de ella por haber sido tan tonta y haberse deprimido por culpa de él. Casi puso su salud en peligro porque no comía. Le costó recuperar su peso, recuperar el apetito pero lo logró. ¿Cómo? Se cansó de llorar, de pensar en él. No le veía el caso pensar y llorar por una persona que no le importabas. Por una persona que decidió irse antes que hacerse cargo de un bebé que también era suyo. Por una persona que prefirió dejar una triste nota con un lo siento antes de decirle adiós. Eso le hizo darse cuenta que no podía seguir así, que no podía seguir poniéndose en peligro al bebé y a ella. Así que cerró la puerta de la habitación de Justin y no la había vuelto abrir. Es más, había decorado la puerta con papel de navidad para no entrar. Ella odiaba los papeles de navidad así que se le hizo fácil no entrar a la habitación. El segundo mes estaba recuperándose y aceptando lo que sería su vida a partir de ahora. Se acostumbró a todos los cambios. Se acostumbró a pagar las cuentas, a sacar tiempo para ir al supermercado, para cocinar y hacerse comida saludable. También se acostumbró a lavar el auto y por supuesto, se acostumbró a ir al cine y a dar un paseo ella sola. No fue fácil, pero sentir las pataditas de su bebé la hizo seguir adelante. Desde que estuvo a punto de perderlo, desarrolló una conexión única con el bebé. Le hablaba todo el tiempo. Le contaba sobre su niñez, sobre lo rebelde que fue en la adolescencia, sobre su vida de adulta y como le iba en el día. Claro, evitando mencionar el nombre de su mejor amigo. Así que en parte gracias al bebé logró estabilizarse y aceptar todo los cambios que este estaba produciendo en su vida. Y no mentía al decir que se sentía bien, que se sentía feliz. Lo estaba, estaba feliz de haber salido adelante y haber decidido quedarse con el bebé. Por ningún motivo iba a darlo en adopción. No después de haber desarrollado una conexión con el bebé. Quería ese bebé más que su vida, lo era todo para ella. Ese bebé era la esperanza de salir adelante, de ser feliz y sabía que cuando lo tuviera o la tuviera en brazos se sentiría llena porque ya se sentía así. Se sentía completamente llena con el bebé. Era lo único que le importaba, lo único que pondría primero que nada. Y saber que esa personita que crecía dentro de ella la amaba tanto como ella lo amaba. no necesitaba verlo o cargarlo para amarlo. Lo amaba cada día más. Sabía que en parte le alegraba tener un bebé porque era parte de él. Eso ella jamás lo negaría. Estaba feliz porque tenía algo de de ambos, algo que nadie nunca podrá romper. Nadie nunca podrá cambiar que ese bebé era parte de ella y de Justin. Pero eso no significaba que lo necesitaba. April no necesitaba a Justin. No lo necesitaba para nada. Gracias a su partida, April había aprendido a salir adelante. A seguir adelante por su cuenta y no podía estar más agradecida con él por eso. Aprendió a que no necesitaba a nadie más para ser feliz. Con el bebé se conformaba. Estaba segura que el bebé y ella serán muy felices. Si necesidad de algo mas o de alguien más. Ambos se complementaban.

Don't Let Go {Justin Bieber Short Story}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora