—¿Estas emocionada verdad?—preguntó Alissa, ginecóloga y su amiga. Nunca había tenido amigas. Las que creía amigas solo se acercaban a ella para poder llegar hacia Justin, pero nunca tuvo una conexión verdadera con una chica hasta ahora. Alissa había sido un gran apoyo para ella desde el principio. No solo como ginecóloga, sino como amiga también. Gracias a ella estaba teniendo un embarazo saludable, conservaba aún su trabajo y salía más seguido. Realmente la consideraba una amiga, mejor amiga porque era la única que tenía. Le debía tanto a ella y estaba agradecida por darle una oportunidad a la amistad.
—Si—respondió April con una sonrisa mientras se acostaba en la camilla. Hoy iba a saber el sexo del bebé. No quería saberlo, pero estaba ya en los ocho meses y quería empezar a comprar todo lo que le faltaba para el bebé. Ya tenía la cuna, una mecedora, el cambiador y uno que otra ropita de bebé unisex, pero definitivamente quería saber el sexo ya. Sea lo que sea iba a sorprenderla y amarlo al instante. Ya lo amaba y sabía que cuando supiera si iba a tener una princesa o un príncipe iba amarlo más de lo que ya lo hacía. Porque la conexión y el amor incondicional que sentía por su bebé era único, especial. Nadie excepto las demás madres podrían entender de que ella hablaba. Solo las madres podrían entender de qué tipo de conexión ella hablaba. –Dios, quiero saberlo, pero a la misma vez no—rio y su amiga se le unió. La conocía muy bien.
—Siempre puedes mantenerlo en secreto hasta que nazca, eso sí—encendió la máquina de la ecografía. –No me pidas que disimule porque no lo haré—rio y April sonrió. En eso tenía razón. Su amiga no había dejado de comprarle cosas. Claro, por respeto a April compraba cosa que podría servirle a ambos sexos. Cogía colores surtidos, pero como amiga y madrina moría por gritar a los cuatro vientos que será.
—Por eso quiero saberlo—sonrió April subiéndose la camisa de su uniforme. Su turno ya había terminado. Su jefe al darse cuenta de su estado, le redujo los turnos y April lo agradecía. Estaba en los ocho meses de gestación y sentía el cuerpo más pesado, más hinchado y le daba mucho dolor de espalda. Gracias a Dios que pronto dejaría de trabajar. Todos estos meses había logrado reunir dinero extra por si acaso. Tenía todas las cuentas al día y le sobraba dinero. Ella sabía muy bien porque le sobraba bastante dinero. No estaba pagando el apartamento. No porque ella no quisiera, sino porque Justin lo estaba pagando. Al principio no se dio cuenta, pero cuando fue apagar el cuarto mes el banco le devolvió el cheque diciéndole que la cuenta estaba siendo pagada por él. Quiso pelear, pero no podía hacer nada porque el departamento estaba a su nombre. Así que con todo el coraje que sentía, lo dejó ir. Si él quería pagar el departamento que lo hiciera, pero no iba a recibir dinero de él. Todo el dinero que este le había enviado todos estos meses permanecían en una caja escondida en su closet. Por ningún motivo iba a aceptar el dinero de él. El bebé era su responsabilidad y ella iba a trabajar duro para darle lo mejor a su bebé. No necesita ayuda de él ni de nadie. Si él quería recompensarla por no apoyarla y abandonarla cuando más lo necesitó, no le importaba. Allá él que le pesara la consciencia, pero April no lo necesitaba. No necesitaba nada que viniera de él.
—Bien, lo sabrás en unos segundos—sonrió Alissa pasándole la maquina alrededor del vientre de su amiga. Para tener ocho meses tenía una barriga grande, bastante grande, pero eso era normal. Especialmente en su caso. –Por cierto, tengo un regalo para ti—dijo y April la miró.
—¿Otro?—preguntó y su amiga asintió. –¿Tiene que ver con el sexo del bebé?—preguntó y Alissa asintió viendo la pantalla. Le estaba costando conseguir una imagen clara del sexo del bebé, pero ya casi estaba. Quería que su amiga viera claramente lo que tendrá.
—Listo—sonrió Alissa viendo a su amiga. —¿Lista para saber lo que tendrás?—le preguntó y April asintió con lágrimas en los ojos. Estaba emocionada, nerviosa. ¡De todo! Iba a saber el sexo de su bebé. Luego de siete meses negándose saberlo, convenciéndose de que mejor era saberlo en el parto hoy por fin iba a saber que tenía. Mentiría si dijera que no estaba temblando. ¡Lo estaba! Por fin iba a saber sobre la personita dentro de ella. –Aquí esta—sonrió enseñándole la pantalla donde se veía claramente el sexo del bebé y April sollozó al ver que se trataba de una niña. ¡Una princesa! No podía creerlo.
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Don't Let Go {Justin Bieber Short Story}
RomanceApril y Justin eran la verdadera definición de mejores amigos. Hacían todo juntos; absolutamente todo. Si uno comenzaba una oración, el otro podía terminarla sin ningún problema. Si uno de ellos se encontraba en problemas, el otro iría a su rescate...