Parte I

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—Mierda—se quejó April volviendo a ver la hora y cogió su bolso antes de bajar a la cocina. Iba tarde y eso le costaría muy caro. No se le permitía llegar tarde, quien lo hacia corría el riesgo de hacer doble turno y ella no quería eso. Apenas podía con su turno regular.

—Hasta que despiertas bebé—sonrió Justin al verla y esta asintió sirviéndose café antes de sentarse en la mesa junto a este. No podía irse a trabajar sin su taza de café. Iba a necesitarlo.

—La alarma no sonó—bufó April y Justin rio pasándole el cuchillo. Era común que la alarma no sonara a veces. Ambos odiaban las alarmas y a veces la desactivaban. Sacó dos tostadas de pan y les echó mermelada de fresa a los panes. Ese era el desayuno de ellos. Ella sabía que debía comer más que unas simples tostadas, no solo era ella. Lo tenía muy claro, pero aún no lo asimilaba. Aun no asimilaba que dentro de ella llevaba un bebé. Que dentro de unos meses tendría un bebé. Un bebé de su mejor amigo, el cual aún no tiene idea de lo que está pasando. No ha tenido el valor suficiente para contarle, ni siquiera habían hablado sobre haber tenido sexo aquella noche. Y vaya que tuvieron una noche larga, no pararon de hacerlo hasta la mañana. Pero aún no se sentía lista para contarle. Ni siquiera estaba preparada para todos los cambios que el bebé le estaba causando en el cuerpo. Sus pechos estaban más sensibles, más oscuros, le dolía la espalda, mucho vómitos y mareos. No estaba lista para los cambios que faltaban. Lo mejor era mantenerlo en secreto por ahora. Ya luego pensaría en cómo decirle a su amigo la verdad. Por el momento tenía otras cosas por la que preocuparse. Cosas más importantes como por ejemplo que no se noté. Según su ecografía, tenía dos meses casi tres y apenas se le notaba. Sabía que en parte era porque no se estaba cuidando, porque no estaba comiendo bien. Apenas el tiempo les alcanzaba para levantarse, prepararse y llegar a tiempo al lugar del trabajo. El tráfico era horrible en New Jersey. Ella entraba a las ocho y media de la mañana al hospital a cubrir su turno y si era necesario cubría turnos extras. No eran obligatorios, pero había veces que no tenía elección. Mientras que Justin entraba a las nueve de la mañana. Este trabaja en una agencia de deportes cubriendo cada juego de la temporada que se daba. Le encantaba su trabajo y ganaba muy bien.

—Ya veo, estas pálida—dijo Justin poniéndose de pie poniendo su taza de café en el fregadero. –Iré a hacer la compra luego del trabajo, ¿Necesitas algo más?—preguntó cogiendo la lista que estaba pegada en la nevera. Él siempre hacia la compra. Con sus turnos rotativos, su amiga no tenía tiempo de ir al supermercado. Apenas le daba tiempo para limpiar la casa y pagar las cuentas.

—No, ya puse todo lo que necesitaba—contestó ella poniéndose de pie poniendo sus trastes en el fregadero antes de subir las escaleras. Justin miró la lista y frunció el ceño al ver las pocas cosas que su amiga había apuntado.

—¡No pusiste toallas sanitarias ni tampones!—gritó Justin desde abajo viendo la lista de cosas por comprar. Era raro ver la lista de su amiga con apenas diez cosas. Normalmente pedía muchas cosas. Pero todo lo que había en la lista eran helado de fresa, chocolates blancos, pechugas, pastas, vegetales, crema para el cuerpo y anti inflamatorios.

—¡No las necesito, aun me quedan!—gritó devuelta April. Subió a su habitación y se lavó los dientes rápidamente antes de bajar a la cocina donde su amigo aún seguía viendo la lista.

—¿Aun? Llevas dos meses sin comprar—le recordó su amigo y esta se encogió de hombros. No las iba a necesitar por nueve meses. Así que, ¿Para que comprarlas?

—Ya sabes que apenas menstruo—dijo ella cogiendo sus llaves del auto y su bolso.

—¿Y tus pastillas anticonceptivas?— preguntó Justin confundido. En la lista no las veía y su amiga siempre las pedía.

Don't Let Go {Justin Bieber Short Story}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora