April y Justin eran la verdadera definición de mejores amigos. Hacían todo juntos; absolutamente todo. Si uno comenzaba una oración, el otro podía terminarla sin ningún problema. Si uno de ellos se encontraba en problemas, el otro iría a su rescate...
—No te preocupes princesa, mami cuida tu espalda—sonrió April con lágrimas en los ojos mientras agarraba los bracitos de la pequeña Elle que permanecía de pie tambaleándose. Aun no caminaba, pero estaba segura que pronto lo haría. —¿Vez princesa? Mami cuida de ti—dijo ayudándola a ponerse de pie ya que se había caído. Aun sus piecitos no resistían estar de pie. La pequeña Elle volvió a intentarlo, pero volvió a caerse y sollozó haciendo que April la cargara. No soportaba escucharla llorar, le partía el alma. –No fue nada princesa, lo hiciste muy bien—besó la cabecita de esta antes de darle el chupete haciendo que la pequeña se recostara de su hombro. De seguro estaba cansada, mucho ejercicio por hoy. Movió su cabello largo a un lado y se bajó la manga del sujetador deportivo dándole el pecho haciendo que la pequeña empezara a chupar. Besó la frente de esta y empezó a mecerla. Agradecía que su pequeña siguiera bebiendo del pecho. Amaba la conexión que ambas tenían mientras amamantaba. Como los ojitos de su bebé la miraban con felicidad y amor, como le agarraba la mano para sentir a mamá más cerca, pero sobre todo amaba ver como poco a poco cerraba los ojitos asegurándose de que mamá seguía ahí. Realmente amaba a su princesa.–Estrellita donde estas, me preguntó quién serás...—empezó a cantarle haciendo que su pequeña sonriera. Esa era su canción favorita. Se la cantaba desde que estaba en su vientre. –En el cielo o en el mar quiero verte...—se calló al escuchar el timbre. –De seguro titi Alissa te trajo algo—rio besando la frente de su bebé sin dejar de mecerla. Le quitó el seguro a la puerta y abrió quedándose sorprendida al verlo. Justin la miró de arriba abajo y sintió sus ojos aguarse al ver a la pequeña. ¡Dios! Cuanto había crecido. Sonrió de ternura al ver como la pequeña apretada la cadenita de su mamá en sus manos. No podía creerlo, por fin estaba viendo a su hija. ¡Por fin la estaba viendo en persona! Las fotos se quedaban cortas con lo hermosa que era. Era preciosa, más de lo que era cuando había nacido. —¿Qué haces aquí?—preguntó April incrédula. No sabía que él hacia ahí. ¿A que había venido?
—No pude hacerlo—susurró Justin sin apartar la mirada de la pequeña Elle. No podía hacerlo, estaba flechado por lo hermosa que era. Parecía un angelito, un hermoso angelito. Su corazón se derritió al verla. Realmente era preciosa. –No pude hacerlo bebé—alzó la cabeza encontrándose con los ojos de ella. –No pude casarme, no pude—sollozó y April negó incrédula. No podía creer lo que él le estaba diciendo. Lo miró de arriba abajo y abrió la boca al ver que estaba vestido con un esmoquin y un broche de flores.
—Justin—murmuró viéndolo con sorpresa. Él había venido a verla vestido con su ropa de boda. ¡No podía creerlo!
—No digas nada, déjame hablar—rogó él y esta asintió aun sorprendida. Realmente lo estaba. No estaba entendiendo nada. –Hay algo que nunca te he dicho por miedo a perderte—empezó y April tragó saliva. Sabia por dónde venía.
—Pasa—se echó a un lado y miró como su pequeña sonreía sin soltar su pecho. Justin cerró la puerta detrás de él y se unió en el sofá. Miró a la pequeña y sonrió con lágrimas mientras le cogía la manito. –No te asustes, solo quiere sentirte—le explicó al ver como la pequeña apretaba su dedo mientras pataleaba. La pequeña Elle miró a Justin y este sintió amor al instante. ¿Cómo con una sola mirada podía enamorarse? Estaba enamorado, completamente enamorado de su hija.
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