xxix. fines del mundo

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salgo a la calle y desearía que mis manos
fueran tijeras
para aplastar gargantas hinchadas
de palabras opresivas y ver rojo,
ver rojo como sólo las mujeres
conocemos el color rojo.
y dejarme arrastrar esposada porque en mi defensa
di muerte y silencio al cachorro del sucio leviatán
que lejos de mi vista se sienta en el trono.
en la copa volcada del cielo gira el calendario
entero y no hay un día que no sienta miedo,
estos brazos como los de un
espantapájaros
no hay dentadura que no pueda desgarrarlos.
mamá, papá, para los afiches de protesta
busquen una foto de cuando tenía nueve años
porque hasta que me vean sonreír de nuevo, hasta ese día
al menos una vez más me verán morder el cuello
del viejo animal y salpicando rojo
enseñaré los dientes, que tanto han extrañado.

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