xxxii. la inutilidad de estar triste

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no me hables de la desolación
de las camas de hospital;
ya tuve esa muerte,
ya la perdí.
no me hables
de los funerales, de la burocracia
de los muertos!

(ellos, tanto más felices
que nosotros,
ya no necesitan nada.)

si me vieras
ahora, intentando
encontrar un ansiolítico
que sí funcione,
levantaría la cabeza, te diría:
sin embargo, ese
que fue el peor año de mi vida
fue el mejor año de todos.

ahora
arruinado como estoy, anémico
mis moretones tienen
vuelo propio.
puedo hacer más daño
cuando estoy de buen humor que
bajo una tristeza estática,
y con la ira
haría unas manos
para salvarlos a todos.

deberías verme,
como quien
rescata a un gatito de la calle
blando como una nube, yo
ansioso por protegerlos a todos!

(quiero conocer a todos los gatitos y
a todos los artistas del mundo.)

por favor, que no te asuste
mi apariencia! toda esta sangre
es mía,
y de nadie más.
no se me ocurriría jamás
hacerte daño.

no, si yo pudiera
a todos los poetas salvaría.

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