Capítulo 8

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Uno de los piratas sujetó uno de los pliegues de la cola del tritón para alzarla y acercar el cuchillo que el otro le había dado, tenía que ser cuidadoso al momento de cortarla; mientras mejor luciera, mejor sería lo que pagarían por ella.

El frío metal del cuchillo comenzó a abrirse paso por uno de los delicados pliegues de tan hermosa cola, suspiró y algo de sudor comenzó a bajar por el rostro del pirata, sus manos temblaban levemente y su respiración se volvía lenta y dificultosa. Cerró los ojos con fuerza intentando recuperar el aliento pero su cuerpo comenzaba a sentirse pesado, abrió los ojos para mirar como sus manos le habían dejado de responder para luego pasear su vista hasta el rostro del pecoso, quien le miraba de reojo.

Ace estaba más que divertido ante el descuido y sobre todo ignorancia de aquellos piratas, todos eran iguales al ser cautivados por su cola, era lo que siempre buscaban cortar, pero al tocarla terminaban inmovilizados por las toxinas que había en esta, podía controlar la cantidad que era liberada por lo que podía ser tocada sin hacer daño si él no lo quería.



— ¿Que diablos te pasa? Sigue cortando— Habló el pirata que había sacado la pieza dental.


Pero no obtuvo respuesta de su compañero que parecía petrificado, la piel se ponía poco a poco azul debido a la falta de oxígeno, sus pulmones se habían detenido junto con el corazón, una muerte no demasiado lenta pero lo suficiente como para que la víctima hubiera muerto sin emitir ningún sonido, ahogándose en silencio.

Se acercó para tocar el hombro de su amigo, estaba tan frio como tocar un hielo y duro como una roca, alejó su mano de golpe por la sorpresa, aunque no era la primera persona muerta que veía si era la primera que tocaba y eso era algo que seguramente no olvidaría nunca, miró las manos del ahora cadáver que aún seguían en posición de cortar y sujetando la cola, fue entonces cuando se dio cuenta, aquel tritón no era tan manso como les había hecho creer, ni siquiera pudo reaccionar cuando la cola se movió golpeándole, lo siguiente que vio fue el techo de la bodega mientras su cuerpo dejaba de responderle.


El pecoso sonrió victorioso antes de suspirar, apretó los dientes y cerró los ojos con fuerza mientras su cola comenzaba a dividirse, Law gruñó bajo al ver lo que hacía, si el menor le veía podría sospechar de él de nuevo y arruinaría por completo sus planes y es que eso era justamente lo que estaba pasando; Kid miraba sorprendido como el pecoso poco a poco cambiaba, su cola ahora eran dos piernas y cualquier indicio de que fuese un tritón había desaparecido, se pegó a los barrotes intentando ver con más atención el proceso, “¿Como es que nadie hablaba de que las sirenas podían hacer eso?” se preguntaba un tanto preocupado.

Ace se puso de rodillas antes de levantarse poco a poco, solía transformarse en humano regularmente por lo que no le costaba tanto adaptarse a esa forma, batalló un poco antes de quitarse la red y quedar libre de ella. Se estiró un poco antes de ver hacía la celda donde se encontraba el pelirrojo.



— Te ves delicioso, humano— sonrió levemente de lado —¿Porque no te cómo? — habló divertido mientras Eustass se alejaba un poco de los barrotes, sabía que no debía tocarlo o sería su fin.


Dio unos pasos antes de que un fuerte agarre en su muñeca le detuviera, miró de reojo a quien le sujetaba e intentó soltarse, pero fue jalado hacia la celda, haciendo que su cuerpo chocara contra los barrotes, se quejó mientras su mejilla era presionada contra el frio metal de la celda.


— Lo tocas y te mueres—Murmuró Law cerca del oído del contrario, clavó sus dientes sobre su oreja y tiró con fuerza pudiendo arrancar un pedazo de esta, el pecoso aguantó el dolor antes de ser soltado, acarició su oreja sintiendo la sangre manchar su mano.


— ¿Porque te importa tanto? — El moreno no respondió, simplemente le miró fijamente, no permitiría que nadie más matara a su presa más que él mismo. Bufó al no recibir una respuesta del otro antes de sonreír divertido.
— Hagamos un trato y no lo mataré— Habló de nuevo el pecoso.


— No hago tratos con los de tu especie— Masculló molesto, aquellas palabras habían sido un poco malinterpretadas por el pelirrojo quien escuchaba parte de la conversación; pensaba que se refería a que fuese un tritón, pero Law se refería a que la especie del pecoso era bastante inferior a la suya.


— ¿Acaso tienes miedo? — Aquellas palabras fueron suficientes para enfurecer al moreno, pasó uno de sus brazos entre los barrotes para sujetar la nuca del contrario y acercarlo a él.


Trafalgar mostró sus dientes que ahora eran puntiagudos, eso fue suficiente para que el pecoso entendiera de con quien estaba tratando. Puso ambas manos contra los barrotes para intentar alejarse de mayor, quien seguía poniendo fuerza contra su nuca para acercarle, quería matarle ahí mismo, ¿Cómo se atrevía a ser tan altanero? Era una simple medusa.


— Te ayudaré a salir si me dejas…— Intentó negociar y para su sorpresa el otro aceptó, soltó su nuca y le miró fijamente.


— ¿Cómo? –


— Pues te puedo dar uno de los cuchillos—


— ¿Un que? – El pecoso lo miró un tanto confundido.


— ¿Estás aquí y no sabes nada? – Preguntó un tanto incrédulo.


— Zatknis'! Eto ne vasha problema, chto vy znayete ili net, no yesli my obnaruzhim, ya tebya ub'yu –


— Avez-vous besoin d'utiliser une autre langue? –


— Si vous ne voulez pas comprendre, oui.— Masculló molesto Law, después de todo haría lo posible para que el pelirrojo no entendiera nada de su conversación, aún si tuviera que hablar el idioma que el pecoso eligiera.


— Pas mon problème, mais si vous voulez vous échapper, vous devriez le laisser faire. – El moreno lo pensó un poco antes de soltarle, tenía razón, si quería escapar debía dejárselo a quien sabría cómo hacerlo.


—D'accord, mais si vous allez seul, vous chasser.— Fue lo último que dijo antes de soltarle.



Ace miró alrededor, no quería simplemente darle la llave al humano para que escapara, seguramente el otro al estar libre intentaría matarlo y no podía permitirse el morir en ese lugar. Buscó en los bolsillos de los ahora cadáveres de los piratas sacando un pequeño cuchillo, lo arrojó cerca de la celda del humano. Seguramente con eso podría ingeniárselas para escapar.

Tomó el cuchillo con el que habían comenzado a cortar su cola y se acercó a las escaleras, debía esconderse hasta que viniera algún otro.


El pelirrojo lo pensó un poco antes de tomar el cuchillo que había cerca y lo escondió entre sus ropas, debía idear un plan para salir de ahí, ya sea lograr salir de la celda y matar al que se le cruzara o escapar sin que los piratas se dieran cuenta, pero sabía que eso no sería tan fácil como pensarlo.





Unos minutos pasaron antes de que el capitán fuese despertado por uno de sus subordinados, después de todo, capturar a una sirena era prioridad. Por el tiempo que le comentaban que le habían capturado sabía que aquella criatura ya se encontraría “preparada” para empacar y vender, aun así, disfrutaba el ir a ver como lucía, sobre todo por las descripciones que le daban los demás, parecía una sirena no muy común.


Les ordenó a los demás que se quedaran en cubierta mientras el bajaba a ver la “mercancía”, con algo de suerte habría partes con las que aún podría disfrutar.


Bajó cuatros escalones antes de que una mano le jalara desde el tobillo, haciendo que callera de la escalera hasta la bodega, sobó su rostro y maldijo en voz alta. El culpable de aquella maldita broma terminaría muerto, eso era lo que pensaba el capitán antes de levantarse, miró las celdas, notando al moreno que miraba un tanto curioso a aquel hombre, bajó un poco la mirada notado a dos de sus hombres en el suelo.


—¡Levántense! No están aquí para dormir— Gritó antes de sentir algo frio contra su cuello, sabía que era y de inmediato se quedó inmóvil por la leve presión que aquel cuchillo ejercía sobre su yugular.



— Mas te vale comportarte o te aseguro que cortaré, antes de que puedas terminar cualquier frase— El capitán simplemente asintió levemente con la cabeza.



Con aquella amenaza bastó para que Ace lograra subir a la cubierta, usando al capitán como escudo. Pocas cosas podían compararse con la satisfacción que llegaba al pecoso por ver las miradas molestas y preocupadas de algunos subordinados, de igual manera había otros que parecían estar a la expectativa de que cortara la piel de aquel hombre. Caminó hasta la barandilla del barco y sonrió de lado.



— Si se atreven a intentar salvarlo o capturarme…— No fue necesario terminar la frase para que los demás entendieran y retrocedieran un poco.


— Ya puedes irte, deja ir al capitán—


— Está bien, lo dejaré ir – Movió el cuchillo con fuerza haciendo que su filosa navaja cortara la piel y la sangre comenzara a brotar del cuello del humano que ahora se retorcía mientras presionaba su herida, buscando inútilmente detener la hemorragia. – Nunca dije que lo dejaría ir vivo – Dijo divertido al escuchar como gritaban y comenzaban a correr hacía él.



Se dejó caer hacía atrás junto con el agonizante capitán, quien ya comenzaba a quedar inconsciente por la pérdida de sangre. El pecoso disfrutó de la calidez del agua, sus agallas no tardaron en abrirse para dejarle respirar, soltó el cuerpo ahora inerte del humano viendo cómo se hundía lentamente por las pesadas ropas, movió un poco sus piernas mientras comenzaban a unirse para regresar a tener su cola.


Sonreía victorioso por haber salido de otra mala situación y esta vez sin ningún rasguño, al menos ninguno hasta que un fuerte dolor llegó a su cuerpo, su abdomen ardía y podía ver como el agua se pintaba de rojo ya no solo por la sangre del humano.


Gruñó e intentó sacar aquel metal que le atravesaba, pero era inútil, los picos en el arpón le hacía desgarrar aún más su carne al jalarlo, soltó un fuerte grito que solamente era escuchado por las criaturas del mar, los piratas habían comenzado a tirar de la cuerda atada al arpón. Ace intentó nadar para evitar ser arrastrado de regreso, pero el dolor le impedía seguir resistiéndose, al parecer había destejado demasiado pronto.

Faltaban unos centímetros para que el pecoso fuera sacado del agua, en la cubierta del barco los piratas victoreaban el poder volver a atrapar al tritón, al menos hasta que un fuerte tirón hizo que los hombres que tiraban de la cuerda se movieran con brusquedad hacía adelante.



— ¿Qué diablos es eso? — Gritaba uno de los piratas que se había asomado por la barandilla.



Unos tentáculos se enredaban alrededor del cuerpo del tritón mientras otro sujetaba la cuerda que jalaba del arpón. Dos tentáculos se enroscaron alrededor de la venenosa cola y otros dos alrededor de la cadera y cuello del pecoso para comenzar a tirar con fuerza, en cada tirón Ace soltaba un grito de dolor.


— ¡Suéltenlo! ¡Lo ha capturado un pulpo gigante! – Gritaba uno de ellos y los demás obedecieron, sabían que los pulpos gigantes mataban a las sirenas por alguna razón, aunque no era muy clara la razón, no se las comían o al menos nunca se había visto que lo hicieran, pero a menudo se escuchaban mitos sobre pulpos asesinos de sirenas, por lo que optaron por dejar que aquellos tentáculos se perdieran en la oscuridad del océano junto al exótico tritón que tanto les había costado atrapar.

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