Decisiones

341 52 57
                                    



Lo que menos tenía el pelirrojo era paciencia y no la tendría en ese momento que el tritón se negaba a responder. A confirmarle que las palabras que habían salido de su boca eran reales, que el tiempo que pasaron juntos no lo era. Quería estar seguro de saber la verdad y actuar a consecuencia, pero el lugar de eso tenía a quien tiempo atrás le hizo dar su confianza y creó sentimientos en él que no creía poder tener por otro hombre, manteniendo silencio. Guardando la verdad para si mismo.


Salió del baño y cerró la puerta con fuerza. Quería aferrarse a esa aparente confusión del moreno, pero de igual manera no dejaba de pensar en que se trataba de otro truco, después de todo ya lo había echo antes y ahora temía creerle. Caminó en círculos por la habitación mirando de vez en cuando hacía la puerta donde tenía cautivo al tritón, esperando escuchar su voz, que se disculpara siquiera. No estaba seguro de si podría perdonarle, pero tampoco podría decir con seguridad que no lo haría.


Law respiraba pesadamente mientras miraba como sus manos temblaban levemente. No quería aceptarlo, no iba a aceptarlo. Cerró sus manos buscando que le temblor se detuviera y lo logró por un momento antes de dar un respingo al escuchar como algo era arrojado al otro lado de la puerta.



— Eustass... - Le llamó bajo antes de cerrar su boca con fuerza. No lo haría, aún si la garganta de ardía por pronunciar esas palabras, aún si sus manos comenzaran a temblar de nuevo. Sin importar lo doloroso que se estaba volviendo todo, no se daría por vencido. — No lo es, no lo es. - Comenzó a repetir como si de un mantra se tratase. Cerraba los ojos mientras intentaba ignorar los sonidos que alcanzaba a escuchar provenientes de fuera del baño. — Tu n'es pas mon autre moitié. Je ne t'aime pas.



Los siguientes días las preguntas se detuvieron, Law solo veía al humano cuando entraba a arrojarle agua salada o unos cuantos peces. Kid no decía nada, así que el tritón tampoco, aún si por momentos su voz quisiera traicionarlo. No podía seguir negando el que esperaba que aquella puerta se abriera para poder verlo, incluso si fingía desagrado cada vez que se acercaba más de la cuenta para revisar que sus cadenas siguieran apretadas.


El tritón lo había estado pensando desde hace días, si dividía su cola para hacerla piernas las cadenas se resbalarían, sus manos seguirían atrapadas, pero con sus piernas podría caminar y huir hasta llegar al océano, ahí buscaría como arrancar las cadenas que sujetaban sus muñecas.


Sabía que si quería lograrlo debería hacerlo después de que el pelirrojo le llevase agua o comida ya que lo hacía solo una vez al día. Fue paciente y esperó hasta que la puerta fuese abierta, ese día solo sería agua. Cerró los ojos mientras el agua era arrojado sobre su cuerpo antes de quedar solo en aquella pequeña habitación. Tomó aire antes de comenzar a separar su cola. Dolía como la primera vez, pero no podía detenerse en ese momento. Tras unos minutos su cola se había convertido en un par de piernas, pero el cansancio era enorme y no pudo evitar sucumbir ante este.


Para cuando volvió en si ya estaba oscuro, seguramente había anochecido. Bajó la mirada a sus piernas notando como las cadenas se habían resbalado y como seguían ahí significaba que el pelirrojo no se había dado cuenta de aquello. Con dificultad comenzó a levantarse resbalando un par de veces, pero al parecer siendo ignorado por el humano que en ningún momento fue a verlo.

SirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora