—Bonito ojo — regresé la vista a mi plato emanando una risita burlona. Sentía su mirada clavada en mi espalda.
—Que graciosa — masculló con sarcasmo tomando asiento a mi lado — Tengo hambre — definitivamente éste tipo tiene un problema en el cerebro.
—¿Para eso viniste a arruinarme el almuerzo? — tomé otro bocado de comida, mis amigos solo se conservaban en silencio atentos.
—Efectivamente — dijo apoyando la cabeza sobre su mano.
—Sigo sin entender que rayos quieres de mi — mostró una sonrisa de los mil diablos. Era un idiota, no me canso de decirlo, no obstante, era guapo, y bastante, tenía que admitirlo.
•°•°•°•
Dejé caer la bandeja de comida en la mesa frente a él, molesta, lógicamente.
—Oye ten más cuidado ¿quieres? — lo ignoré completamente.
Ridículo, simple y sencillamente ridículo, mira que usarme para no hacer la fila de la cafetería, pudiendo haber usado a uno de sus perros sirvientes; sin quejas y tirándole flores le hubieran hecho caso, maldito mocoso. Además, de que hizo que mis amigos tuvieran buscar otro lugar para almorzar fuera de la cafetería y con éste clima no me sorprendería que pescaran un resfriado.
Comencé a caminar directo a la biblioteca, casi nunca había gente, eso me relajaba y era lo que más necesitaba en esos momentos, podía ser que hasta encontrara un nuevo libro interesante para distraerme.
Al llegar empujé la puerta guiándome hacia la sección donde se encontraban las novelas literarias de terror, eran mi genero favorito. Estuve buscando algo que me llamara la atención pero no encontraba nada, hasta que mis ojos se posaron en el lomo de uno de los libros, se alcanzaba a leer "Edgar Allan Poe", había leído varios libros de éste escritor de los cuales todos me gustaron, así que no dudé en tomar aquella obra, o eso pensé hasta que vi que alguien planeaba apoderarse del mismo texto, y ese "alguien" se trataba de mi profesor de matemáticas, aquel chico que me topé en la calle el día anterior.
Intercambiamos miradas e instantáneamente mi cara optó por ponerse roja, siendo mi rostro tan evidente, el chico soltó una risita nerviosa.
—Adelante — dijo tomando el libro poniéndolo entre mis manos, emanando una sonrisa que mostraba sus perfectos y alineados dientes.
—Gracias, profesor... — recordé que aún no sabía su nombre, probablemente me lo perdí por llegar tarde.
—Christian...Chris — extendió su palma para estrechar nuestras manos, muy formal a decir verdad, pero no me molestó en absoluto, al contrario, estaba encantada — Kaitlyn ¿correcto? — ¡sabe mi nombre!, ya veo venir el día de nuestra boda.
—¿Cómo sabes mi nombre? — solté su mano. Mi gesto de felicidad no desaparecía.
—Bueno, pues eres mi alumna — pues claro kate que torpe eres, ¿Por qué otra cosa podía ser? — Además — puse atención a sus palabras, mantenía algún tipo de esperanza en ellas, probablemente me gustaría escuchar alguna otra razón del por qué sabía mi nombre, tal vez le interesaba y me investigó en sus listas de alumnos, también pudo haberle preguntado a otro estudiante, no importaba cual razón fuera, solo quería que hubiera una — es extraño que una chica se meta en una pelea el primer día de clases, ¿no eres muy femenina cierto? — emitió una carcajada, y mis esperanzas se fueron al caño. Lo miré enfadada esperando que se callara de una vez. — Lo siento, lo siento— limpió los restos de lágrimas de sus ojos — solo bromeaba — posó su mano sobre mi cabeza y alborotó mi cabello con una sonrisa como si fuera una niña pequeña — Pronto sonará la campana, creo que es mejor que comiences a irte — señaló el libro que aún sostenía — léelo, es uno de mis favoritos — dijo por ultimo antes de caminar hacia la salida, contemplé la portada de la obra por unos segundos, la cual ponía "Narraciones extraordinarias". Creo que será interesante, pensé antes de dirigirme al salón de clases.
•°•°•°•°•°•
La escuela había terminado, me despedí de mis amigos y me destiné al trabajo, hoy era mi primer día. Nina se ofreció a llevarme pero quedaba cerca del colegio, así que preferí caminar.
Todo estaba yendo de maravilla para ser la primera vez y mi primer día de labor, era mucho que decir, a excepción del uniforme, es decir, a quién se le ocurrió la estúpida idea de que trabajar con patines sería práctico, muy apenas podía caminar sin caerme de cara, hubiera sido mucho más fácil si solo tuviéramos que ponernos un delantal encima, pero ese no era el punto, el punto era que todo iba perfecto, si, a pesar de los malditos patines, incluso la encargada del lugar parecía feliz de ver cuánto me esforzaba, o tal vez se estaba burlando de mi viendo como trataba de no caerme cada dos segundos.
•°•°•°•°•°•
Mi turno casi terminaba, faltaban unos diez minutos, alcanzaba a atender a unos clientes más.
—Kate necesito que me traigas la caja que está en la bodega — gritó desde la cocina la vieja supervisora, a lo que respondí con un grito de afirmación. Fui a traer dicha caja y la dejé donde me pidió — Gracias Kate, ahora atiende a los clientes que acaban de llegar, están en la mesa dos, después de hacerlo te puedes ir — por fin, la piernas me estaban matando. Asentí y me dirigí a la mesa tratando de no caerme mientras buscaba mi bloc para tomar las órdenes.—¿Puedo tomar su orden? — dije mientras buscaba mi pluma entre las bolsas de mis jeans.
—Está en tu oreja, mocosa despistada — pero quien se cree que este tipo para hablarme así. Tomé mi bolígrafo alzando la vista para ver a los clientes.
Joder, ¿otra vez?
Aiden West sorprendiéndonos de nuevo y como siempre, acompañado, ésta vez con la zorra rubia ruidosa.
—Me gustan tus patines sirvienta — habló la rubia, a lo que yo rodé los ojos.
—No pensé que gastaras tu dinero en zorras sin cerebro — la chica miró a Aiden esperando que la defendiera, pero éste se mantenía ocultando una obvia carcajada mientas leía el menú.
—Todo tiene su fin — enserio no puedo creer que la rubia siga ahí sentada, después de que el idiota haya dicho eso, si yo fuera ella 'que dios me libre' estaría golpeado su rostro contra la mesa.
—¿Que tienes que no contenga azúcar ni grasas ni carbohidratos? — preguntó la chica con una falsa sonrisa.
—Agua — respondí del mismo modo, el idiota solo se echó a reír de nuevo.
—¿Acaso fue una broma? — Al parecer estaba indignada, yo solo la miré esperando su orden — quiero un té helado — extendió el menú y antes de poder tomarlo lo dejó caer — Ups — sonrió burlonamente.
Definitivamente ésta es la orden más larga del día.
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-El profesor Chris en multimedia
•Polar•
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Ni loca
Romance-¿Ahora dejas que cualquiera te acerque el aguijón? -Claro que no estúpida, no pasó nada, ni estuvo cerca de pasar, asique les agradecería que dejaran de inventarse sus extrañas historias. -Admite que si no fuera por mí, ahora mismo estarías sobre u...