—Ups — la rubia dejó caer la carta de menú antes de que pudiera tomarla. Ganas de estrangularla no me quedaban, y lo habría logrado de no ser por estos chicos entrometidos y su perro; mentira, me desvié del tema, perdón.
No quería que me despidieran para que después terminaran llamando a mis padres quienes no dudarían en mandarme a una escuela militar justo después de salir del reformatorio.
Creo que mi mente vuela demasiado con cualquier coyuntura.
—Yo quiero una hamburguesa doble con doble ración de patatas fritas — no pude evitar que se me escapara una risita apenas audible que silencié al instante. ¿Quién dice patatas? Suena raro.
El chico enarcó una ceja mirándome con mala cara, aunque no dijo nada, solo ignoró mi gesto anterior y siguió hablando.
—Una soda y una malteada doble de vainilla — finalizó. ¿Dónde le cabrá tanta comida? pensé para mí misma, anotando todo lo antes dicho.
—¿Eso es todo?, ¿No quieres también comerte la mesa? — pregunté con sarcasmo. El rubio me miró molesto y con una cara de "¿en serio estás preguntando eso?". Que falta de sentido del humor
Llevaba la orden en mis manos lista para ser servida, pero exactamente antes de llegar a la mesa de aquel par, sentí cómo mi pie tropezaba con algo, causando así, una caída humillante, pues ahora la comida no se encontraba en la bandeja, sino sobre mi cara y ropa, ni siquiera sabía con qué estúpido objeto había tropezado.
Al parecer a la rubia no le pareció suficientemente humillante tener salsa y refresco por toda mi ropa y cabello, pues ahora ésta había comenzado a tomar fotos, una, tras otra, tras otra mientras veía como se burlaba.Trágame tierra.
Cuando dejó de tomar fotos, guardó el celular y comenzó a gritar llamando la atención de los clientes y empleados del lugar.
—¿¡Pero qué te pasa, acaso no sabes hacer bien tu trabajo!? —Todos me miraban atónitos decidiendo internamente si decir algo, o seguir comiendo, y al parecer la respuesta era obvia, pues a nadie le gustaba meterse en asuntos ajenos.
En ese momento llegó la supervisora preguntando qué ocurría e inmediatamente al verme en el suelo, sin dudarlo, extendió su mano para ayudar a levantarme, lo agradecía, pues con los estúpidos patines no hacía nada más que seguir resbalando entre la comida.
—Qué pésimo servicio — seguía hablando la ruidosa — ¿no lo sabes o es que eres imbécil?, la comida se sirve en la mesa, no en el piso. ¡Ahora mira lo que has hecho, ensuciaste mis zapatos estúpida! — cada vez alzaba más la voz. No podía estar más roja de la vergüenza y la ira.
Nunca había estado tan furiosa, ni siquiera con el estúpido de Aiden quien solo miraba atento al espectáculo sin decir una palabra. Pensaba tomarla por el cabello y sacarla a patadas del establecimiento, no me importaba ser despedida, pero en ese momento, justamente antes de moverme, la encargada comenzó a hablar.
—Permito quejas — señaló a la rubia con el dedo índice. Hizo una pausa soltando un suspiro —permito demandas, incluso gritos de locas maniáticas — todos sabíamos a qué se refería — pero no voy a permitir insultos hacia mis empleados — creo que ya amo a ésta anciana — voy a tener que pedirte que te vayas, y no te preocupes, no necesitas pagar nada, solo te pido que no regreses o llamaré a la policía diciendo que hay una chica que no hace más que causar problemas dentro de mi negocio — dijo calmadamente la amable vieja.
—¡Yo vi cómo le puso el pie a la mesera! — gritó desde su asiento uno de los clientes. Sabía que no era mera coincidencia el haberme tropezado de la nada.
La chica empezó a caminar furiosa hacia la salida, y Aiden la siguió caminando lentamente y antes de llegar a la salida se giró y dijo...
—Lamento los inconvenientes causados — y con una falsa sonrisa, salió del local.
Sinceramente no creí que se disculparía por ella, bueno, si es que a eso se le podía llamar disculpa. Iba a comenzar a recoger mi desastre, pero sentí un golpecito en el hombro que llamó mi atención; Era la abuela quien con una sonrisa traía mi mochila con mis zapatos dentro.
—Ya puedes irte, tu turno terminó hace casi diez minutos, le pediré a alguien que limpie esto no te preocupes — creo que escogí el mejor lugar para mi primer trabajo. Obedecí a la anciana no tan anciana y cuando terminé de cambiarme me dirigí recto a mi casa sin contratiempos, excepto el de Jodie, la zorra rubia.
*°*°*°*°*°*
Logré llegar a mi casa, casi muerta del cansancio pero lo logré, me tiré en el sillón de la sala principal y miré el reloj, eran cerca de las 9:00pm, y la primera persona que vi al entrar fue mi madre quien iba saliendo de la cocina con un sándwich recién hecho.
—Hola cariño, ¿cómo te fue en tu primer día de trabajo? — observé a mi madre, se veía tan calmada como un ángel. Ni siquiera notó las manchas secas de comida que se mantenían en mi ropa. Caminé hacia ella, me miró directo a los ojos esperando mi respuesta. Le di un abrazo fuerte, eso me reconfortaba, parecía sorprendida, me separé de ella y tranquilamente, sin mucho esfuerzo, le quité el plato que contenía su sándwich que por cuestiones de la vida ahora era mío y me dirigí hacia mi cuarto, indiferente ante la situación. Mi madre por otra parte, solo dio un pequeño reclamo "Ey, eso era mío" fue lo que salió de su boca, palabras que voluntariamente ignoré.
Estaba a punto de irme a dormir, estaba agotada, cuando escuché una notificación de mi celular indicando que había recibido un mensaje, solo lo miraría, probablemente me acuerde de contestarlo mañana, yo solo quería ir dormir. Abrí el mensaje e instantáneamente, de un momento a otro, el sueño se fue y mi corazón comenzó a palpitar aceleradamente.
Desconocido:Dudo que quieras que esto se disperse.
Aquel texto venía junto con una foto mía, estaba en el suelo repleta de comida, sep, era de esperarse. Enseguida llegó otro mensaje de la misma persona.
Desconocido:Te espero mañana a las 6:30am en las gradas del campo de fútbol, no llegues tarde.
Me dejé caer en mi cama con un largo suspiro.
Nací maldita, estoy segura.
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-Jodie en multimedia
•Polar•
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Ni loca
Storie d'amore-¿Ahora dejas que cualquiera te acerque el aguijón? -Claro que no estúpida, no pasó nada, ni estuvo cerca de pasar, asique les agradecería que dejaran de inventarse sus extrañas historias. -Admite que si no fuera por mí, ahora mismo estarías sobre u...