Capítulo 8 - Nuevo huésped

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—¡¿Qué demonios haces tú en mi casa?! — grité a todo pulmón logrando que se sobresaltara un poco. Suficiente es tenerlo fastidiando en la escuela y ahora resulta que está como si nada en mi casa viendo la tele en mi maldita sala.

—Oye tranquilízate, eres muy ruidosa — se incorporó de nuevo mirando hacia la tele.

—No sería tan ruidosa si supiera por qué estás en mi casa — se giró ahora viéndome a los ojos, esbozando una sonrisa con malicia.

—Vivo aquí — masculló como si fuera lo más normal del mundo.

—Sí, y yo soy Mary Poppins — respondí con sarcasmo.

—Estas mal, ella no se puede comparar con nadie y menos contigo, sería un insulto.

Justo antes de contestar, se abrió la puerta de la entrada dejando ver a mi madre con una carga de bolsas entre sus brazos. Inmediatamente me acerqué a ella.

—Puedes explicarme por favor ¿qué está haciendo éste tipo en la casa? — exigí.

—No seas grosera con Aiden — insultos es lo mínimo que se merece.

—Deje que le ayude con eso señora Morgan — se acercó el hipócrita a mi madre quitándole las cosas de encima.

—Que amable Aiden pero por favor dime Jeannette así no me haces sentir tan vieja — musitó mi madre riendo con total confianza.

—¡No! — Ambos me observaron sorprendidos — ¡Ya basta! quiero que me expliques a qué se refiere con eso de que vive aquí — mi madre relajó su expresión y se acercó a mi lentamente.

—Creo que será mejor que discutamos esto, a solas — susurró en mi oído. No contesté. Subí las escaleras directo a la habitación de mis padres, con mi madre siguiéndome justo detrás.

—Te estás comportando como una niña consentida — dijo seriamente mientras paulatinamente cerraba la puerta de la habitación.

—Al menos pudiste haberme hablado sobre esto desde antes — protesté ante su comentario.

—Hubiera sido exactamente lo mismo, no sé por qué te lo estás tomando de ésta manera.

—¡No hubiera sido lo mismo en lo absoluto!, estuviera molesta o no, tan siquiera sabría la razón, en vez de tener que enterarme de ésta forma — hice notar mi enfado — es mi intimidad y está siendo invadida por un extraño que no me agrada ni en lo más mínimo — solté un suspiro — ¿Cuánto tiempo va a quedarse? — farfullé después de unos segundos. Honestamente tenía miedo de la respuesta que pudiera recibir, convivir con el Neandertal por mucho tiempo no estaba dentro de mis planes de vida.

—No estamos seguros — eso... de acuerdo, eso no me lo esperaba.

—Es un chiste ¿cierto? — intenté encontrarle la gracia por algún lado siendo casi imposible.

—Puede ser por un mes, tal vez tres, quizá incluso todo el semestre, no sabemos con exactitud — esos simples números hacían que me dieran ganas de lanzarme por la ventana del tercer piso — sé que es difícil para ti compartir tu espacio personal, pero necesito que seas tolerante, los West son amigos cercanos nuestros y no podemos darles la espalda, ellos harían lo mismo por nosotros — ¿"amigos cercanos"? Parece ser que todavía necesito muchas explicaciones. Entendí seriamente sus palabras, se podría decir que estaba pidiendo mi apoyo con lo que respecta a soportar la situación por más desesperante que consiguiera ser.

—Está bien — dije conformándome de mala gana a los deseos de mi madre. Me aproximé hacia ella y la abracé, estaba cansada, muchas cosas habían pasado el día de hoy, además de que seguía hambrienta — ¿No quieres hacerme algo de comer? — pregunté con inocencia dirigiendo mi vista hacia la suya. Emitió una sonrisa antes de llevarme a la cocina.

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