GAARA POV'S
Abrí los ojos al escuchar que tocaban mi puerta. Me puse de pie confundido y mareado, pensando que todo había sido una pesadilla hasta que sentí un dolor agudo en un costado.
Mi camisa rasgada estaba llena de sangre seca, al mirarme en el espejo pude ver un corte no profundo cerca de mi cadera.
—Gaara, la basura —dijo la abuela Chío volviendo a golpear la puerta—. Levántate ahora o entraré a levantarte.
—Ya me levanté —informé—, salgo en dos minutos.
Me saqué la camisa, la puse en una bolsa plástica que tiré por la ventana. No quería que mi abuela se preocupara por esas cosas, pues además no sabría explicar mucho. Ni siquiera recordaba cómo había llegado a casa.
Lavé mi cara, me vestí y bajé a sacar la basura, en el camino recogí la bolsa con mi camisa ensangrentada y las dejé en el contenedor del parque frente a mi casa.
—¿A qué hora llegaste? —preguntó la abuela Chío pasándome el desayuno una vez que volví a casa y entré a la cocina.
—No me fijé, ¿tú? —cuestioné.
Había dicho el día anterior que llegaría tarde.
—Serían cerca de las once —informó. Supuse que fue así, pues cuando alguien me perseguía serían las diez de la noche, a penas—. ¿Todo bien?, ¿que con el moretón en tu cuello?, ¿Un chupetón?
—¡Abuela! —me quejé mientras mi rostro adquiría el color de mi cabello y cubría con mi mano mi cuello.
—Es del otro lado —dijo ella burlona.
Me levanté del comedor y fui a la sala donde un espejo en la pared me mostró una marca morada en mi cuello.
—¿Me golpeé con algo? —pregunté para mí mismo intentando hacer memoria.
Pero los recuerdos de la noche pasada me hicieron estremecer. Así que asumí que en la carrera algo me golpeó haciendo también el corte que se veía entre el morado oscuro que marcaba mi cuello.
—¿Quién fue la sanguijuela? —preguntó mi abuela volviéndome a sonrojar.
—Deja eso —pedí lleno de vergüenza—. No hay nada como una sanguijuela en mi vida. Me golpeé con algo, pero no recuerdo con qué haya sido.
—¿Pasó algo ayer?
—¿Por qué preguntas?
—Estás pálido, te ves incomodo al moverte, y tu chupetón.
—¡No es un chupetón! —grité convirtiendo la sonrisa que delineaba los labios de mi abuela en una estridente carcajada. Suspiré—. Ayer fui a correr, me siento molido. Lo pálido es de cajón.
—Cierto —dijo la abuela respondiendo a mi última frase. Mi piel era tan blanca que parecía relucir a plena luz del sol—. ¿Dónde corriste?
—Por la vereda cerca del río.
Mi respuesta hizo que la divertida abuela Chío se trasformara en el monstruo seriedad, uno que me daba mucho miedo a pesar de que yo fingía todo el tiempo que no.
—Gaara, ese lugar el peligroso —dijo gravídamente.
—Solo es solitario, además de muy hermoso —alegué.
—Como sea —concedió la abuela—, solo no te alejes demasiado, y procura no llegar hasta la casona. He escuchado que se reúnen pandillas por allá, no quiero que te hagan nada, princesa.
—Abuela, no me digas princesa.
—Tu cabello sedoso, tu pálida piel, este menudo cuerpo y tus facciones finas te hacen parecer una princesa.
Miré a la abuela con fastidio fingido. A ella le encantaba burlarse de mí, pero nunca lo hizo con la intención de hacerme daño, lo único que ella quería era molestarme.
»Voy a ir con las chicas —anunció—, ¿quieres acompañarme?
—¿A jugar canasta con un montón de ancianas?, paso —dije mirándole con sorna.
—Voy a golpearte fuerte, mocoso —advirtió la abuela y terminó sonriendo mientras negaba con la cabeza—. No salgas tarde, aunque no hemos sabido nada de él, eso no significa que se haya ido.
Asentí.
Recién volví a la ciudad, alguien comenzó a seguirme. Incluso habíamos tenido que llamar a la policía, pero nunca encontraron a nadie. Parecía como si me estuviera siguiendo un fantasma. Y, de hecho, la policía dedujo que era mi estrés y dejó la investigación. La única que creía en mí era mi abuela.
»¿Cuándo inicias a trabajar? —cuestionó terminando de poner comida en una canasta.
—La próxima semana —informé—, aún tengo tres días de vacaciones.
—Pues limpia la casa —ordenó ella besando mi frente y dejando la casa.
Pretendiendo que no escuché que me había pedido limpiar, tomé una chaqueta y me fui también.
Aunque estaba aterrado, necesitaba descubrir lo que había pasado la noche anterior.
Si un poco de aquel horror no era alucinación, debía saberlo para poder protegerme, y para proteger a mi abuela. Porque por ella, que me había cuidado cuando quedé huérfano, yo haría todo.
Continúa...
ESTÁS LEYENDO
SANGRE
FanfictionDespués de tres mil años de vida, Naruto ha aprendido una valiosa lección: involucrarse con los humanos no es buena idea. Porque son seres traicioneros, malvados y, lo más importante, efímeros. Pero algo en la mirada agua marina de ese niño no le pe...