Capítulo 9

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—¡¿Tienes que hacer esto siempre?! —preguntó Naruto a gritos cuando me vio despertar. 

Le miré sorprendido. Su rostro reflejaba una extraña mezcla entre preocupación y un increíble alivio. Sonreí.

—Nos diste un susto terrible —regañó la abuela Chío acercándose a la cama y empujando a Naruto lejos para sentarse a mi lado—. ¿Cómo te sientes? 

—Tengo sed —dije sintiendo como cada palabra arañaba mi garganta, que se sentía hecha de rasposa arena.

—Tiene que ser —informó la abuela—. Este bruto casi te deja seco, además necesitas que tu metabolismo se acostumbre a ser vampiro de nuevo.

—¿Soy vampiro de nuevo? —pregunté realmente exaltado. 

Eso era nuevo, y definitivamente no me lo esperaba.

—No hay manera de que un ser humano resista lo que este idiota te hizo —señaló la abuela mirando de reojo, y con mucho odio, al rubio que se sonrojaba—. Aunque no eres un vampiro de sangre pura, como solías ser, eres de nuevo parte de nosotros.

Mi abuela acarició mi rostro y, dejando la cama, dijo que iría por un poco de sangre para que yo bebiera. La idea me obligó a fruncir el ceño. Después de dos decenas y pico de vida como un simple humano no me imaginaba disfrutando de beber sangre, sobre todo cuando ese sabor ferroso me traía tan malos recuerdos.

La abuela Chío dejó la habitación y, en automático, mis ojos se fijaron en el sujeto rubio que no me encaraba, a pesar de haberme gritado tan mal recién me vio despierto.

—Como no soy vampiro de raza pura no estás interesado en mí ahora, ¿verdad? —cuestioné atrayendo toda la atención de esos ojos azules que me fascinaban.

—¡No digas tonterías! —exigió—. ¿Qué clase de basura tendría que ser para despreciar a alguien que me amó aun cuando él era de la realeza y yo un simple campesino huérfano?

—No hablas de este apestoso humano, ¿o sí? —pregunté con una sonrisa maliciosa, provocando un enorme sonrojo en el chico que me miraba con los ojos tan abiertos como un plato—. Estoy bromeando —aseguré—. Agradezco que te mantuvieras un poco alejado, sin la abuela presente seguro me habías dejado sin sangre mucho antes de hoy.

Reí a carcajadas, arrepintiéndome solo un poco por todo el dolor al que mi garganta era sometida. La expresión de Naruto era bastante tierna y, sobre todo, divertida.

—Qué bueno que estás bien —dijo Naruto relajando al fin el rostro—. Qué bueno que estás vivo —susurró comenzando a llorar.

Dejé la cama a pesar de estar mareado. Pero necesitaba confortar a ese hombre frente a mí. 

Lo que yo había dicho a la abuela era cierto. Junto a mis recuerdos había recuperado el amor que sentía por Naruto y ahora, que recordaba más cosas, sabía que le amaba mucho más.

—Te amo —dije rodeándole con mis manos—. Te amo —susurré escondiendo mi rostro en su cuello—. Te amo —repetí abrazándome fuerte a él y siendo inmensamente feliz al sentirlo relajarse y corresponder mi abrazo.

—Perdón por ser débil —dijo presionándome a su cuerpo—. Debí haberte protegido aquella vez. Es mi culpa lo que pasó.

—En realidad es culpa de mi padre —expliqué apartándome un poco, quitando con mis pulgares las lágrimas que escurrían por sus mejillas—. Y, aunque hubiéramos tenido un poco de culpa, hemos pagados nuestros crímenes. Tú has estado milenios sin mí, y yo he perdido mi estatus. Aunque supongo que eso no es algo de lo que deba preocuparme. En estos años debiste haber logrado una buena fortuna para mantenerme tal y como me gusta, con lujos y excentricidades.

—Ah, eso puedes apostarlo —concedió el rubio sonriendo, correspondiendo a esa sonrisa que yo no podía apartar de mi rostro—. Te amo —dijo Naruto—. Te amo mucho y te extrañé tanto que creí que me volvería loco.

Naruto pegó su frente a la mía y me miró a los ojos inundándome en ese cálido e inmenso mar que eran los suyos. Sonreí y, cerrando mis ojos, dejé que en un beso mi corazón recuperara todo lo que se había perdido en dos mil años.


* *


—¿Sabes lo que significaría eso? —preguntó Naruto mirándome con impaciencia. Asentí emocionado y él suspiró—. ¿Cómo es que cambiaste tanto? Hace veinte siglos me hubieras golpeado si yo hubiera propuesto esto.

—Hace veinte siglos yo era el príncipe, debía ser responsable. Ahora soy un simple exhumano y un vampiro de última clase, no necesito preocuparme de nada más que ser feliz contigo. Por eso, hagámoslo.

—De acuerdo —resopló el rubio tomando en sus brazos a la pequeña pelirroja que Ren había encontrado en una casa en medio de la nada cuando paseaba por el bosque donde nuestro hogar se escondía.

Ren era un niño rubio de siete años que había sido abandonado en el arroyo cerca de la casa que Naruto había conseguido para que él y yo viviéramos felices. El niño había sido atacado por las fieras del bosque y se encontraba al borde de la muerte. Naruto lo salvó, transformándolo en vampiro, convirtiendo nuestra enorme casa en un hogar.

Ahora tendríamos otro pequeño en casa, una nena de un año, o tal vez dos, huérfana por unos humanos despiadados que, por tener las posesiones de una pareja, les habían arrebatado la vida.

»Esta es la última vez que hago esto —aseguró Naruto encajando sus colmillos en la pequeña y regordeta pierna de una pelirroja de ojos azules.

Acepté su promesa acariciando la cabellera de una nena que comenzaba a quedarse dormida.

Y es que claro que me conformaría con eso. Nosotros nunca nos imaginamos teniendo una familia y ahora éramos una, eso era suficiente para ser más que felices. Ahora teníamos una familia que seguro no dejaría de crecer, al menos no pronto. Pues, tener una enorme familia, era algo que mi yo humano había soñado siempre; y Naruto vivía para complacerme.


—FIN—


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Y hasta aquí queda esta bellísima historia que deseo les haya encantado de principio a fin. Gracias por leer, besos hermosuras!!!

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