Vanessa es una pediatra que trabaja casi sin descanso, ama atender niños y darles el cuidado que necesitan. Pero en un accidente, debió dejar su puesto para atender a alguien más, ese alguien cambiará su vida y su percepción de la misma.
El sonido de la puerta tocar me hizo reaccionar y despertar.
-¿Quién?- bostecé
-Yo, Michael- dijo su nombre susurrando me levanté y abrí la puerta
-Buenos días- tallé mis ojos
-¿Días? Tardes dirás- miré el reloj de mi habitación, las dos cuarenta pm- Me superaste, eh
-Si, lo siento- entre y me senté en mi cama, Michael pasó y cerró la puerta
-¿Dónde viven tus padres?- tomé una hoja y comencé a escribir la dirección- Vanessa, ¿dónde...?- le dí la hoja
-Ahí, me daré un baño- dije, me levanté, busqué ropa y entré al baño. Después de unos minutos salí ya vestida.
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Michael se rió.
-¿Qué pasa?- le dije confundida
-¿Iras a la escuela?-
-Ja Ja, que gracioso- dije saecástica- No puedo ir como siempre a ver a mis padres, debo parecer "formal"
-¿Parecer alguien que no eres?-
-Parecer alguien que ellos quieren y esperan que sea- tomé mi bolso y también a él de la silla. Bajamos y él tenía el rostro cubierto, los mexicanos lo aprecian mucho.
Subimos a una camioneta, negra también. Y Bill iba conduciendo, Michael le dio el papel y arrancó. Pasaron pocos minutos y llegamos a unos de los espacios más restringidos de la ciudad y la más bonita es la casa de mis padres.
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Llegamos y me quedé unos momentos ahí sentada en el auto.
-¿Iras conmigo?- le pregunté a Michael
-¡Claro!- me bajé y ayude a que él se bajara también-Bill, ¿nos esperarías aqui?- asintió- Gracias amigo
Nos acercamos a la puerta y me quedé ahí, pensando en cómo reaccionarán.
-Toca, sólo toca, ¿por qué no tocas? ¿No te enseñaron a tocar?- me susurró Michael con gracia y me armé de valor y toqué la puerta, en unos minutos me abrió mi padre.
