—Sabes cuales son las reglas Haider!— la entrenadora de las chicas me habla a pesar que de sabe de sobra que no me interesa oírla— estoy hablando contigo Haider!
—Que ya la oí, ¿Qué espera que haga?—me detengo para mirarla, suelo no contestar pero sigo cabreado por la nota en el casillero.
—Que vayas a dirección ahora mismo.
—Vale, ¿me puedo retirar o me deja quedarme para ver el desfile de mis compañeras?— la entrenadora esta furiosa, no sabe que decir, asique solo se limita a volver a gritarme para que vaya a dirección.
¿Cómo funciona eso de los gritos? ¿Por qué las personas no pueden mantener el tono de voz moderado? ¿o es que creen que me entrara mas si me gritan? Volteo a ver a la niñata que sigue con la cara de culo, cabreada como el infierno.
—Tu y yo tenemos un tema pendiente— empujo la puerta para salir, veo a los chicos listos en el el pasillo para salir a la cancha, bien, al menos no tendre educación física hoy. Tomo el papel en mi chaqueta, lo miro una vez mas y lo tiro al papelero, odio las amenazas de este tipo, y descarado no soy, se que la mitad de mis palabras son amenazas, pero todas a la cara.
Cuando era un crio solian mandarme este tipo de mensajes, no les toma importancia hasta que las amenazas se cumplían, lo de ser cabron no es gratuito.
Paso por el pasillo y mis hermanos me miran sabiendo hacia donde voy, no es mi primera vez, en esto soy experto, de recho al fondo, doblas a la izquiera y la puerta blanca con el numero 23, ahí espera la directora con una sonrisa sínica y la frase de puedo ayudarte cuando lo necesites, patrañas.
—Kaspar..que sorpresa verte por aquí.
—¿Cambio de peinado?— ella me mira arqueando una ceja, ¿Qué la gente no tiene humor?—
—Ya no se como sancionarte Kaspar— me siento en uno de los sofás frente a su escritorio.
—No lo se, usted es la directora, solo evite las llamadas a mi casa, no tiene sentido recordarle a mis padres lo excelente alumno que soy.
—Sabes que debo avisarle a tu tutor Kaspar.
—O...podemos hacer un trato usted y yo— la directora apoya sus manos en el escritorio, llevas las uñas pintadas de un color rojo intenso, me mira cansada, no esque a mi me guste venir a verla, pero a mis profesores les encanta que la visite.
—Kaspar..yo, se que ..en tu casa hay problemas, entiendo que sea difícil para ti...—ignoro la mitad de lo que dice, porque esa frase es repetitiva y sin sentido, puede decir mucho pero poco hacer, poco afectar a lo que ocurre en realidadad. Asiento y espero que termine con el análisis emocional, ella cree que tengo un padre estricto, que eso es todo, pero que ingenua es— ...no tiene que importarte lo que diga el resto.
—¿Por que cree usted que me importa?—sonrio haciéndome el desentendido.
—Por la cantidad de veces que has estado aquí y las razones por las cuales te envían a mi despacho, no puedes seguir haciendo esto Kaspar, o me vere obligada a tomar medidas mas drásticas.
—¿ no le gustan mis visitas?—intento sonar dolido.
—Kaspar, hablo enserio.
—¿Cree que yo no?—me mira con mala cara, y se que debo parar, estoy llevando mi suerte al limite— solo digame cual es mi sanción.
—Harás el aseo de todo el primer piso.
—¿Todo el primer piso?!— no me molesta hacer aseo, mama nos enseño a no ser holgazanes, pero todo el primer piso?— ¿no es ese un abuso?.