Recuerdo que después de esa vergonzosa presentación comenzamos a ser inseparables.
Ringo y yo nos reuníamos cada tarde para jugar en nuestros jardines.
Había días que yo me la pasaba metida en su casa.
Y otros días no lo podía sacar de la mía.
Jugábamos y nos la pasábamos pegados al televisor viendo aquellas caricaturas americanas.
Faltaban pocos días para su fiesta de cumpleaños y ambos no parábamos de hablar sobre el tema. Estábamos muy emocionados.
Vendrían un par de niños que Ringo tuvo la suerte de conocer antes de mudarse.
Yo no sabía que darle de regalo..
Una tarde antes de la fiesta de Ringo le pedí a mi madre llevarme a la tienda de regalos que estaba en Penny Lane.
Esa sería la única tarde que no pasaría con Ringo después de todas las inseparables que convivimos.
Al llegar a la tienda de regalos aún no estaba decidida por el regalo del que ahora era mi amigo y del cual estaba enamorada.
Un amor un poco tonto. Un amor infantil.
Después de rebuscar en toda la tienda decidí por regalarle una pequeña grabadora para que escuchará el radio todos los días.
Pedí que la envolvieran en un papel azul brilloso y lo llevé a casa.
Al llegar a mi hogar fuí rápidamente a buscar a Ringo pero no estaba.
Había salido con algunos niños, recuerdo que se llamaban Davy y Brian.
No quise prestarle demasiada atención así que regresé a casa deseando que llegará la tarde del siguiente día.
Y llegó.
Me levante el día 5 de julio de 1952 entusiasmada por aquella gran fiesta infantil.
El cumpleaños de Ringo sería el lunes 7 de julio pero por mala suerte ese día se marcharía.
Todo estaba listo y yo no podía esperar más tiempo para entregarle mi pequeño regalo.
La tarde cayó sobe Madryn Street y yo toqué el timbre de aquel número 9.
Abrió la puerta la señora Annie, aquella abuela de Ringo y me dejo entrar.
La casa estaba llena de globos azules, un poco infantil para la forma de ser de Ringo.
Todo era un ambiente infantil.
Caminé hasta llegar al patio trasero de aquella casa y me encontré con Ringo, rodeado de muchos más niños un poco mayores que yo.
Se veía tan bien con aquel traje color azul, le hacia perderse en aquellos ojos cielo.
Me acerqué a él temerosa.
Y cuando su mirar cayó sobre mi, pude notar que aquella mirada estaba impactada, sorprendida y muy brillante.
Se apartó de aquel grupo de niños dirigiéndose a mi muy penoso ser.
-Pensé que no vendrías-- dijo Ringo--.
-Mi madre no encontraba mi vestido así que tuvo que recurrir a otro-- le sonreí--.
-Este color rosa te hace ver más tierna-- sonrió Ringo--.
Me le quedé mirando y después proseguí.
-Te he traído un regalo-- le extendí aquella cajita de papel y la posé en sus manos--.
Primero miró aquella cajita y después buscó mi rostro.
Estaba tan emocionado.
-Lo abriré ahora-- me dijo--.
-No aún no, mejor cuando estés en tu verdadero hogar.
-Me iré el lunes-- dijo triste--.
-Te extrañaré--.
Volvió a mirarme y me susurró:
-¿Te gustaría acompañarme rápidamente a aquella alberca de pelotas?
-¿Tus amigos me harán daño?--temí rápidamente--.
-No dejaré que te hagan daño. Sólo iremos tú y yo.
¿Qué tramaba? ¿Porqué quería que sólo fuéramos él y yo?
Me estremecí pero asentí segundos después.
Ni en ese momento ni ahora me arrepiento de lo que pasó atrás de aquellas pequeñas pelotas.
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You've Really Got a Hold on Me • The Beatles y Tú. (EN REVISIÓN)
FanfictionFuí su vecina, su novia del instituto, su mejor amiga y su esposa. Fuí parte de cada uno. Me sorprendo a mí misma cuando todos los relatos me señalan como la única forma de conectar a los cuatro Beatles. Estoy dispuesta a sorprender, y estoy dispues...