Capítulo 2 "Magia de Elfos"

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La biblioteca de magos era más bien una cabaña en medio de la nada, cubierta por una gruesa capa de polvo , con estantes de madera roída por las ratas, libros viejos con páginas faltantes y ramas esparcidas por el suelo que habían entrado por las ventanas rotas. Cualquiera pensaría que el lugar había sido destrozado por duendecillos en un arranque de ira, pero la realidad era que los hechiceros habían dejado de acudir ahí desde que el internet y nuevos libros aparecieron, dejando la cabaña a manos de la naturaleza que solo la veía como un estorbo más.

Donghae sin embargo la encontraba encantadora, con el toque exacto de un lugar mágico como en los cuentos; además era tranquila y tenía el conocimiento de miles de magos viejos impresos en pergaminos. No importaba si no podía entender el lenguaje, siempre podía imaginar el significado de las palabras asemejándolas con el sonido de otras que conocía. Esa tarde iba decidido a encontrar algo cualquier hechizo que resultara impresionante para el consejo, Donghae no pensaba continuar en la ciudad siendo aprendiz del hombre más detestable que había tenido el desgraciado honor de conocer, ni mucho menos para permitir que se burlaran de él por el resto de sus días.

Encendió las velas con fósforos –aunque pudo haberlo hecho con magia- y comenzó su búsqueda imprecisa por el primer grupo de libros acumulados en la esquila de la única mesa que continuaba de pie.

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Horas transcurrieron sin resultados significativos, solo un montón de hechizos que confundían el cerebro del pobre chico. Sus ojos ya ardían por el esfuerzo y la decidida actitud se evaporó en el aire frío que se instaló en la cabaña.

-Nada. No hay nada- gruñó, mientras cerraba con furia el último compendio que le quedaba por revisar.

La magia arcaica se había convertido en su única oportunidad, había llegado ahí con esperanza y solo había encontrado un momento de anticuados acertijos que comprendía porque el mago moderno había decidido olvidarlos y comenzar la práctica simple y superficial de la energía. Donghae apenas podía con los conjuros básicos como hacer flotar objetos pequeños, manejar elementos de la naturaleza... y no olvidaba su funesta falla que le costó la vida a un inocente.

Dejó caer su cabeza entre sus manos volviendo a los frustrados lamentos y los reproches hacia sí mismo. Estaba sumergido en ello cuando el olor a carne seca inundó sus fosas nasales. Levantó muy lentamente la mirada y se encontró con que la punta de uno de sus mechones  se fundían en el fuego de la vela.

-¿No va en serio, o si?

Con tranquilidad imposible se apartó y miró su flequillo con indiferencia. Algunas personas habían nacido para ser la burla de los Dioses, podía imaginarse a todos los seres del bosque observándolo y riéndose de sus desgracias.

Se levantó de la silla perezosamente, había anochecido y era peligroso salir al bosque, lo que significaba que tendría que pasar la noche entre hojas, ramas y ratas. No quería que algún bicho se trepara en él mientras dormía así que se hizo un espacio en la mesa y se cubrió con su gabardina la mitad del cuerpo; sacó del bolsillo su libro favorito y comenzó la lectura en voz alta –aquí al menos no habría un hermano mayor insufrible que lo hiciera callar-, mientras se sumergía en el mundo de Eunhyuk iba olvidándose de sus problemas...

"Lee HyukJae se inclinó con respeto ante el rey de los Elfos y agradeció su hospitalidad. El alto y apuesto hombre habló con voz profunda y melodiosa: -Eres bienvenido cuando gustes, Eunhyuk. Tu presencia alegra el corazón de esta ciudad y trae cientos de buenas historias para contarse repetidas veces en los banquetes. Que viajes con bien, hijo mío.

El mago asintió con una despampanante sonrisa. Se giró y comenzó a caminar entre los abedules, sus huellas quedándose impresas en la nieve.

La Magia No Va Con El MagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora