Si su extraordinaria mente no estaba fallándole –algo que jamás hacia- él debía estar camino a casa por los bosques de abedules luego de su pequeña visita a los Elfos, con la nieve cayendo despacio y suavemente sobre él. Pero muy contrario a eso, estaba en medio de una caballa desordenada como si algún gigante la hubiera puesto de cabeza y agitado con fuerza para luego regresarla a como estaba.
Una rata del tamaño de un conejo saltó el cuerpo de un muchacho desparramado en el suelo a un metro de distancia de él. El animal le pareció repulsivo, no odiaba a las ratas en absoluto, eran buenas compañías cuando sabían comportarse pero está definitivamente no contaba con buenos modales y excedía el tamaño natural de su especie.
HyukJae empujó con la punta de sus pies las ramas y pergaminos roídos para acercarse sin dificultad al joven desfallecido. Se puso de cuclillas y observó detenidamente el rostro; tenía una nariz pequeña pero respingona, labios delgados pero de un color carmín muy bonito.
No sabía cómo había llegado ahí, podían haber muchas razones, entre ellas que se hubiera perdido y entrado a otra dimensión por una puerta de duende abierta. Era la más razonable, sin embargo, su mirada encontró el enorme libro tirado en el suelo con las páginas dobladas. Podía reconocer un verdadero compendio de elfos con solo ver las decoraciones y los suaves colores verde y azul en él.
Al tomarlo cuidó de no perder el capítulo donde había sido dejado. Fue suficiente con leer el titulo para que sus preguntas se aclararan, dándose cuenta que el asunto era mucho más complicado que una puerta de duende.
El joven que lo había invocado se incorporó lentamente y con dolor. Sobaba su cabeza y gruñía cual animal enfurruñado. HyukJae al fin pudo ver sus ojos, nada más común que el color marrón, pero tenían un delicado brillo inocente.
-¿Cuál es tu nombre?
El muchacho ladeó la cabeza tratando de enfocar su mirada en un solo punto, pero le resultaba imposible, estaba mareado y muy confundido.
-¿Ah?
-Tu nombre.
-Yo... ¿Qué?
HyukJae contuvo las ganas de reír. El pobrecito estaba en el mismo estado que un ebrio, después de todo la magia que acababa de realizar no era apta para principiantes ni magos tontos. HyukJae decidió darle espacio para que recordara los últimos sucesos.
-¿Yo mate un pez?- Donghae arrastraba las palabras y no sentía la mitad de sus músculos. –Mate a un co-com...compañero amigo ¿No? ¡Mi hermano!
Fue el turno de HyukJae para ladear la cabeza y fruncir el ceño confundido. De pronto el desconocido comenzó a reír diciendo más incoherencias.
-Santo cielo, ¿Estas bien?
-No... lo sé. ¿Lo estoy?
Donghae cayó de espaldas, de nuevo inconsciente.
-No lo creo.
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Fueron los fuertes rayos del sol en su rostro los que le obligaron a abrir los ojos. ¿Ya era de mañana?
Donghae se levantó adolorido de todo el cuerpo. Su piel estaba helada, ¿En dónde dejó su gabardina? ¡¿Y su sombrero?! El miedo a haber perdido su sombrero lo hizo despertarse completamente.
-Buscas algo, ¿Qué es?
-Oh, mi sombrero- respondió, pasando por alto que había alguien más ahí. -¿Lo ha visto? También recuerdo haberme traído la gabardina.
-Lamento informarte que la gabardina ya no te será útil.
-¿Por qué lo dice?
Donghae siguió el dedo índice que le señalaba a un rincón de la cabaña, donde estaba su vieja gabardina sirviendo como nido para una enorme y espantosa rata.
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La Magia No Va Con El Mago
FanficLee Donghae, el joven que es ya considerado a su temprana edad el peor mago real de la historia de su estirpe. ¿Suena exagerado? No realmente, puesto que la torpeza y la distracción son los enemigos infinitos de la magia dónde los errores pueden ser...