Se levantaron tarde, se vistieron y fueron a la cocina a desayunar. Justin
preparó los huevos con beicon mientras _____ se encargaba de las tostadas, el té y el
café.
Desayunaron sin prisas, dándose a probar las tostadas, ofreciéndose el uno al
otro suculentos trozos de beicon y saboreando el té y el café.
Juntos recogieron la mesa, enjuagaron los platos y los metieron en el lavavajillas.
—Hay una cosa que quiero que veas.
_____ cerró el lavavajillas y se volvió hacia él. Llevaba unos vaqueros y una
camiseta negra que le daba el aspecto de un pirata muy atractivo. El estómago le dio
un vuelco al ver cómo la camiseta le marcaba los pectorales y la anchura de hombros.
Tenía un recuerdo muy vívido de cómo se había unido a él durante la noche, una y
otra vez, en un baile sensual que había sido incomparable.
Justin se le acercó, le agarró la mano y entrelazó los dedos con los de ella.
—Vamos.
Ella lo miró a la cara y vio la decisión en su mirada. Entonces, soltó una carcajada.
— ¿Puedo preguntar adónde?
Él le dio un beso corto e intenso.
—No —agarró las llaves y se las metió en el bolsillo—. Quiero que sea una
sorpresa.
—De acuerdo.
El la miró divertido.
— ¿Solo «de acuerdo»?
¿Quieres que discuta contigo?
La sonrisa de él se acentuó.
—¿Estás muy atrevida, ¿eh?
Ella levantó sus manos entrelazadas y le dio un beso.
—Feliz —le dijo con cariño—. Y muy enamorada de ti.
Justin hizo una pausa al alcanzar la puerta y la tomó en brazos. Le acarició la sien
con un beso y de allí siguió hasta la boca, donde saboreó la miel de sus labios y
absorbió el sonido de su nombre cuando ella lo pronunció.
Le pasó una mano por debajo del pelo, sujetándole la nuca mientras se
embarcaba en un beso tan evocador que la dejó con las rodillas temblorosas.
La soltó despacio y, con los ojos oscurecidos, le pasó la lengua por el labio
inferior.
—Creo que si no nos marchamos ahora mismo, no vamos a conseguir salir de casa
—opinó ella temblorosa.
Sin decir una palabra, Justin salió de casa con ella de la mano y se dirigieron al
aparcamiento.
Después, condujo hacia el puente y atravesó la ciudad en dirección a Ascot, un
barrio residencial.
El final de la primavera había llenado los jardines de flores y los colores iban de
los más brillantes a los más suaves. Los céspedes estaban bien cortados y había
arbustos con formas.