Capítulo 4: Salida

17 5 0
                                    

No sabíamos como salir de allí, estábamos acorralados. Seguían pasando lo minutos y no se iban, por lo que nos preocupamos.

Estábamos todos divididos, ocultos en diferentes sitios, yo estaba junto a mi primo, debajo de un escritorio. Desde allí se podía observar como los zombies buscaban algo que fuese vivo para devorarlo.

Después de un rato, uno de ellos empezó a acercarse al sitio donde mi madre se ocultaba.

-Tenemos que hacer algo, si se acerca demasiado, se dará cuenta de la posición de mi madre y definitivamente estará perdida -Le dije a mi primo preocupado.

-Ok, ideemos un plan -Respondió

-Podemos matarlos uno por uno, están bastantes dispersos, por lo que será sencillo -Opiné.

-Muy buena idea, bien pensado -Dijo mi primo alagandome.

El plan era relativamente sencillo, pero si cometiamos un error, lo pagariamos muy caro.

Empezamos a dividirnos, yo por la izquierda y mi primo por la derecha. Los zombie iban cayendo uno a uno, lo estábamos logrando, pero había un problema, uno de los zombies estaba demasiado cerca de mi madre. Ella al verlo se asustó y movió hacia atrás, empujando un estante por accidente, el cual cayó provocando un ruido extremadamente fuerte.

Los tres zombies que quedaban se alertaron y fijaron su mirada hacia mi madre, que quedó en descubierto. El zombie más cercano a ella pegó un grito y se abalanzó hacia ella, nosotros al ver la situación salimos de golpe a acabar con los otros dos.

Mi madre se resistía a ser mordida. Mi padre apareció de golpe, quitando al monstruo de encima de ella pegandole una fuerte patada.

-Vamos a bailar, bestia -Dijo mi padre remangandose los brazos.

El zombie se abalanzó a mi padre, por lo que el impulso hizo que cayeran al suelo. Mi padre luchaba con todas sus fuerzas, después de unos instantes, se dejaron de escuchar gruñidos, él había asesinado al muerto viviente, golpeandole el rostro con furia.

El cayó al suelo de rodillas y fuimos a socorrerlo todos. Su brazo estaba todo ensangrentado, tenía una herida que no pudimos distinguir bien, ya que él se la ocultó bajandose la manga rápidamente.

-¿Estas bien? -Le pregunté asustado.

-Si si -Respondió agitado.

-Y esa herida, ¿de qué es? -Pregunto mi primo con sospecha y curiosidad.

-Nada, nada sólo una lastimadurita -Dijo sospechoso.

-Algo anda mal -Me susurró mi primo.

Yo lo mire raro, no entendía exactamente lo que me quería decir.

Mi primo

Estaba casi seguro de que lo habían mordido, era una amenaza para nosotros, pero no me atrevía a decir nada, después de todo era mi tío.

Les acerqué unas vendas para el brazo y agua oxigenada, que había encontrado en un botiquín de primeros auxilios. El las tomó, me agradeció y se apartó para vendarselas sólo, ni si quiera ayuda de mi tía quiso aceptar, por lo que termine de comprobarlo, él estaba infectado.

No sabía con exactitud cuanto tardaba el virus en hacer efecto, pero sería pronto y no iba a ser nada lindo.

Salimos de enfermería, bajando sin hacer ningún ruido. Íbamos caminando por el pasillo central y el zombie obeso que habíamos visto en la parte del recepcionista, apareció delante de nosotros pegando un grito desgarrador, alertando a los demás zombies de nuestra presencia.

The EndDonde viven las historias. Descúbrelo ahora