-Ana comienzo a pensar cosas que no me agradan, así que dime que sucede.
Tomo un largo suspiro, y es que a pesar de que los años han pasado, aún me cuesta hablar de eso, una cosa es que lo asimile o supere y otra muy distinta que se lo diga a alguien más, pero no puedo seguir ocultándoselo a Christian y menos con lo que me ha pasado hoy, no quiero que piense que lo evito, quiero que entienda mi comportamiento, que no se haga ideas erróneas que permita que se aleje de mi cuando más lo necesito y la mejor manera de resolverlo es hablando aunque me cueste... bien, aquí vamos.
-Cuando yo estaba más chica, vivía con mi madre, un día me levante como cualquier día normal, baje a desayunar, me arregle para ir al colegio y salí de mi casa, yo iba caminando cuando de pronto sentí que alguien me seguía, era un hombre, en ese entonces no muy alto, llevaba una sudadera gris y el gorro le tapaba la cara, pero yo lo note sospechoso, así que acelere el ritmo de mis pasos, pero el hombre también y fue cuando corrí, no sirvió para nada, me atrapo y por más que intente golpearlo fue en vano, me tapo la nariz con un trapo y después de un rato me desmaye.
Cuando desperté estaba atada a una silla, el hombre que me había atrapado era Ethan, uno al que consideraba mi amigo que para mí mala fortuna yo le guste y quería que yo fuese su novia, pero yo lo consideraba un hermano -suelto una lágrima y Christian me la limpia con su pulgar, pero no habla, espera pacientemente hasta que yo decido continuar con mi relato- me tomo de la silla, me aventó a una cama, me golpeo y... me violo, es lo más espantoso que he vivido, es por eso que en la universidad evitaba a los hombres, yo sé que no todos son iguales, pero no toleraba el contacto de ninguno de ellos, hasta que te conocí a ti y me aceptaste con todo y mis demonios y entonces llega el imbécil de mi ex jefe y vuelve a remover aquello que creí superado- ya no pude más y volví a llorar, Christian me abrazo, pero podía sentir su enojo, lo vi en sus ojos.
-Quiero el nombre completo de ese imbécil.
-No, no pienso dártelo- sorbo mi nariz.
-Está bien, no lo hagas, ya lo conseguiré, pero quiero que sepas que ahora te amo más de lo que ya lo hacía, porque pareces mi muñeca de porcelana, frágil, dulce y tierna, pero por dentro eres más fuerte de lo que aparentas, pero aun así siempre voy a protegerte.
Estaba tan cansada que me quede dormida pensando en lo que me había dicho Christian.
Al día siguiente, cuando desperté me encontré a Christian despierto, recostado sobre su codo, observándome.
-Buenos días.
-Buenos días -me dedica una sonrisa mañanera muy sensual.
-¿Cuánto tiempo llevas despierto?
-No lo suficiente como para admirarte- me quita un pelo rebelde, que se me ha colocado en frente, en la parte de atrás de la oreja- creo que necesitaría una vida entera.
-Que romántico amaneció el día de hoy señor Grey, me encanta.
-Deberías de quedarte aquí, en la cama conmigo, podríamos hacer muchas cosas interesantes- sonríe sensualmente y me sigue acariciando el pelo.
-¿Qué trata de insinuar señor Grey, qué me quede para hacer cosas indecentes?
-Sí.
-Lo siento, pero los simples mortales como yo tenemos que trabajar diario para ganarnos la vida.
-¿Insinúa que yo no trabajo para ganarme la vida?
-Claro que no, pero si quisieras podrías dejar de trabajar ahora mismo y no morir de hambre el resto de tu vida -suelto una pequeña risa y salgo disparada de la cama hacia el baño, porque comenzó a hacerme cosquillas.
-¡Regresa, no seas cobarde!
-¡Lo siento, pero ahora mismo está cobarde se tiene que bañar para llegar a su trabajo y no morir de hambre!
Cuando termine de arreglarme, Christian ya me estaba esperando para irnos juntos al trabajo, primero me pasaban a dejar a mi y después ellos se iban a la empresa.
-Te veo al rato-me da un beso en los labios y me bajo del auto.
-Hasta al rato- cierro la puerta del auto y me encamino hacia la empresa, no voy a dejar que ese imbécil me quite lo que más amo hacer en el mundo y es que los libros son mi mundo, mi todo. No importa que haya pasado en este lugar, no puedo dejar que los demás me vuelvan a pisotear como una vez lo hizo Ethan.
Cuando llego a mi escritorio enciendo la computadora, cuando ya llevo como una hora sentada trabajando aparece una mujer de tez bastante moreno, pelo largo negro, ojos marrón oscuro, de aproximadamente un metro sesenta y con unas curvas que la hacen ver hermosa.
-Hola, buenas tardes, ¿es usted Anastasia Steele?- me ofrece una linda sonrisa y yo se la devuelvo
-Sí, ¿y usted es?
-Yo soy Raquel Goncalves...
Este capítulo es especial, es dedicado a @gleybis