Cap1

128 8 6
                                    

Aquella noche todo estaba oscuro. La luna llena dejó de brillar. Los coches circulaban sin luces. Las farolas parecían fundirse según paseaba la mirada entre ellas. Las casas dormían. Aquella mañana todo se había apagado para mí. Y por la noche su ausencia fue lo único que iluminó la cuidad.

Era cuatro de septiembre. Aquel día que le conocí. Ambos teníamos dieciséis años. Él cumpliría diecisiete en unos meses. Tras la clase de inglés yo esperé a mi amiga. Iba acompañada de un chico alto, moreno y de larga melena, Javier. La profesora nos habló. Llegaron a hablar de música y, en cierto momento, él empezó a cantar. Yo le miré sorprendida. Su voz, un poco más aguda de lo normal, convertía la canción en una melodía angelical. Su voz era un privilegio que no muchos podían escuchar. Y yo me sentí afortunada. Nunca más le escuché cantar.

Los días pasaban y yo cada vez era más amiga suya. Mi amiga Marta me ayudaba a acercarme a él. Ella no lo sabía. Ni yo, en aquel entonces. Pero estaba enamorada. Muy enamorada.

Habían pasado seis meses. Era el mismo día, pero de febrero. Marta se fue. Estaba enferma y se retiró a un lugar donde la ayudarían. Sufrí. Ella era mi segunda mejor amiga. La segunda que perdía. Mi mejor amiga desde que era pequeña, Elena, se había marchado a su país natal. Solo un año antes. Después de eso sólo me quedó mi otra amiga. En esos momentos estaba pensando. Asimilando que iba a perder a mi segunda mejor amiga. Y que nunca nada iba a ser igual sin ella. Noté una mano deslizarse sobre mis hombros. Era él. Era Javi.

-Un momento difícil, ¿no es así?

Sacudí la cabeza de lado a lado, queriendo ahuyentar mis demonios.

-No... Bueno, sí. No sé, es todo tan raro...

Me abrazó y me dijo que todo estaría bien. Yo sabía que no lo estaría. Aún así sonreí. Asentí con la cabeza y él me abrazó de nuevo.

-Sé fuerte- me susurró antes de levantarse.

Me ofreció su mano y yo la tomé. Me ayudó a levantarme y dijo:

-Venga, vamos a dar una vuelta por aquí, así te despejas.

Asentí, no muy convencida. Así paseamos durante media hora.

Treinta minutos después volvimos a clase. El día se me hizo eterno. No escuché nada. No vi nada. Estaba en trance. Cuando tocó el timbre para hacernos salir yo me sobresalté. Vino a buscarme.

-¿Vamos?

Todas las chicas de clase me miraban de forma extraña. Normal, me dije. El chico que me gustaba era uno de los menos deseados entre ellas. Y se extrañaban por verme con él. Era el chico "más feo" de la clase. A mí no me lo parecía. Todo lo contrario, me parecía el más atractivo. Aún así todas me miraban con cara de confusión. Pero siempre me habían gustado los retos. La gente inaccesible. Los imposibles de conseguir, aunque nadie ande tras ellos. Asentí ligeramente. Recogí mis cosas y Javi me tomó del brazo. Miré hacia donde me tenía cogida y me reí. Me miró raro pero también estalló en carcajadas. Intentó hablar entre risas:

-Esto me gusta... me gusta más. Eres... preciosa cuando sonri... sonríes...

Luchaba por tomar aire para hablar. Se reía sin parar. Le miré extrañada por lo que había dicho. Cuando finalmente nos calmamos le pregunté que había querido decir con esas palabras. Él me respondió:

-Nada, olvídalo, no he dicho nada.

Pero esas palabras hicieron mella en mí. Y nunca se me olvidarán.

Siete de marzo. Era el día de mi cumpleaños. Estaba feliz, finalmente cumpliría diecisiete años. 

Incluso mi mejor amiga, Elena, voló más de seiscientos kilómetros sólo para verme y felicitarme. Cuando la vi en el aeropuerto sólo fui capaz de llorar. La abracé con todas mis fuerzas y ella a mí también. Al rato me preguntó quién era el chico que me acompañaba. Era el chico del que estaba enamorada. Ese chico que me encandiló desde la primera mirada. Solo le dije que era mi mejor amigo. Le guiñé un ojo a Elena y ella me entendió a la primera. Cogió sus maletas y mi madre nos llevó a nuestra casa.

11 De Marzo {EN EDICIÓN}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora