Cap2

66 5 0
                                    

-Bueno, bueno, cuando os he dejado solos pensaba que esto era el juego de la botella, ¡no pensaba que esto fuera vídeosporno.com!

Reí al escuchar a mi mejor amiga. Ella era la única persona que podía hacerme sentir cómoda tras pillarme con las manos en la masa. Mi cabeza aún daba vueltas. Cuando fui consciente de lo que acababa de ocurrir no pude pensar en otra cosa que no fuera su lengua moviéndose expertamente en mi boca. Solo podía escuchar nuestras respiraciones acompasadas.

-... besándose como si no hubiese un mañana- escuché a Elena contárselo a mi vecino. Salí del trance en el que me encontraba y le respondí:

-Bueno, tampoco ha sido para tanto. Nos hemos besado y ya, estábamos jugando a "la botella", ¿no?

-Sí, pero vosotros os estabais comiendo el morro. Parecíais una pareja desesperada por...

-Calla ya, Rubia- a veces la llamaba así-. Déjalo.

-Bueno, pero no puedes negarme lo que era.

Seguimos jugando un rato más. Mi vecino se fue y dejamos de girar la botella. Empezamos a charlar. Hablamos de todo: nuestros colores favoritos, la comida que más nos gustaba, novios, novias, nuestros ex... nuestros amores. Por supuesto que en esa parte mentí. No podía dejar que él supiese que era mi "amor platónico". 

Cuando miramos el reloj eran más de las doce de la noche. Javi dijo que no podía volver con su padre. Tanto él como yo sabíamos lo que haría si llegase tarde a casa. Le propuse quedarse a dormir en mi casa. No sería la primera vez que pasaba y nunca había sido un problema. Teníamos la confianza suficiente como para que no resultara incómodo.

Normalmente dormíamos en camas separadas. Pero como también estaba mi mejor amiga, la cual se agobiaba si no dormía sola, compartimos cama. Aquella noche no dormí. Temía hacer o decir algo en sueños. Algo de lo que pudiese arrepentirme. Mientras él dormía plácidamente jugueteé despacio con su melena morena. No quería despertarle.

A las cuatro de la mañana se empezó a revolver en la cama y yo me moví para dejarle espacio. Finalmente me abrazó en sueños. Le acaricié la cara y el pelo. Vi una lágrima mojar mi almohada y supe que estaba soñando con su madre. Le acaricié más dulcemente. Para hacerle sentir como en casa. Siempre me había contado como su madre solía consolarle cuando algo le agobiaba. Me explicó como ella le acariciaba la cara y la espalda con sus largas uñas. También como le peinaba el pelo con los dedos. Cuando me contó eso dejé de morderme las uñas. Y en ese momento las tenía lo suficientemente largas como para hacerle caricias. Me apretó más contra él. Dejó de llorar y comenzó a murmurar:

-Mamá... te echo de menos... vuelve... te quiero...

Una lágrima formada por impotencia asomó a mis ojos. Le estreché más entre mis brazos. De pronto abrió los ojos. Me miró asustado.

-¿Qué... qué ha pasado? ¿Por qué lloras?- su voz ronca me enamoraba. 

-Tenías un sueño. Sobre tu madre, ¿verdad?

Apretó los ojos con fuerza y preguntó:

-¿Cómo lo sabes?

-Has llorado y me has abrazado. Luego has dicho que la querías y que la extrañabas. Te has calmado en cuanto te he empezado a acariciar como me enseñaste.

Su cara de confusión me causó mucha risa y, entre las lágrimas, intenté no reírme por respeto a lo que le acababa de suceder.

-Aún tengo pesadillas con ese día. El día de su funeral. Fue el peor día de mi vida...

Finalmente me abrazó de sopetón y me agradeció en susurros que lo hubiese hecho:

-Gracias, no sé que haría si no te tuviese. Gracias.

11 De Marzo {EN EDICIÓN}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora